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Documentos y sellos postales de 1790-1866

Ramón D. Rivas*

Mucho se ha hablado o enfatizado de la necesidad de rescatar nuestra memoria histórica, drugstore prostate de buscar y conocer nuestra identidad cultural; de conocer nuestros orígenes como salvadoreños; de conocer por qué somos lo que somos; en fin, pilule cada niño o joven que nace en este país tiene como derecho conocer los orígenes de la sociedad en la que vive; de las instituciones que lo gobiernan y el origen de su generación. Y es que la mejor herencia social que se puede recibir es saber de dónde venimos  como pueblo o nación y hacia dónde vamos como sociedad. Históricamente sabemos que la cultura, como un proceso social, se transmite de generación en generación. Cambiar o mantener los caracteres culturales es un proceso de largo plazo que requiere persistencia y decisión; y esto puede hacerse desde la educación y bajo la forma de la tradición y la memoria histórica. Una sociedad entonces se conoce por su cultura,  por su identidad,  entendida como un conjunto de caracteres que expresan las relaciones de las colectividades con sus condiciones de existencia histórica y social. ¡Qué es quiero que decir con esto? ¿Cuál es la idea que trato de transmitir? sencillamente uno: la necesidad de identificar nuestros orígenes como salvadoreños para tener y dar sentido de pertenencia a lo que somos y hacemos. De ahí la importancia de la colección que esta semana nos presentó en solemne acto en el Museo Nacional de Antropología el Archivo General de la Nación. Una colección de documentos digitalizados que nos permiten conocer e inferir de cómo se relacionaron los actores políticos y sociales de mucha importancia en el siglo XIX; cuáles eran sus aspiraciones sociales y políticas; sus costumbres y tradiciones que los caracterizó y les dio una identidad social, cultural y política. Y porque no decirlo, por medio de estos documentos se puede interpretar la definición del buen vivir que ellos tenían en esos años. Esta colección, como muy bien lo escribe Carlos Aguiluz, subdirector del Archivo General de la Nación, está compuesto: “en primer lugar por la correspondencia del Intendente Corregidor José María Peinado, la cual data de los años 1813 y 1814; en segundo lugar, por una colección de documentos coloniales que contiene los Testimonios de las Tazaciones de Sonsonate de 1796, Censos de españoles y ladinos de Ahuachapán y otros pueblos de 1810, solicitud de indios del común de Ataco y Tacuba de 1812, la Correspondencia del Intendente José María Peinado de 1812 y por los Libros de Actas de Sonsonate “Viva la Independencia” de 1821. Y en tercer lugar, por la Colección de sellos postales de El Salvador en el Siglo XIX”. La información que hoy se presenta es inédita, de primera mano y que es una riqueza histórica de mucho valor para investigadores y académicos. Por ejemplo, la correspondencia del Intendente Peinado, según explica Aguiluz, es de un valor histórico trascendental para la vida de la República, porque se puede encontrar en detalle los sucesos de lo que en un momento la historiografía liberal clásica de El Salvador llamó como “segundo grito de independencia”. No cabe duda que al revisar minuciosamente estos tipos de correspondencia o documentos, cualquier investigador encontrará la interpretación política del Intendente Peinado; principalmente sobre cómo ocurrieron los hechos de 1814 y sus antecedentes de 1813, mismos que terminaron con la captura y encarcelamiento de muchos hombres y mujeres que buscarían años más tarde la emancipación de la corona española. Como ven, la información que hoy se presenta a la sociedad salvadoreña es riqueza histórica, forma parte de nuestra memoria verdadera y al conocerla e interpretarla, nos ayuda a encontrarle sentido a nuestro presente.  Como muy bien lo dice un politólogo salvadoreño: “Conocer el pasado no nos cambia el presente pero nos ayuda a replantear nuestro futuro”. Actividades como estas y las personas e instituciones que las promueven son dignas de felicitar ya más, aquellos que  han hecho posible esta compilación y rescate de documentación, en la cual se incluyen los sellos postales, mismos que nos hablan de 76 años de historia de cómo eran nuestros paisajes y formas de vida de nuestra gente  épocas atrás. Yo me alegro y celebro la estupenda iniciativa de todas las personas que han hecho posible este proyecto de rescate de la memoria histórica. No cabe duda que muchas personas están tomando conciencia de la importancia de la conservación de los documentos familiares y los archivos, ya que ellos nos permiten transmitir los testimonios de esa historia que se ha desarrollado con los años. Entonces sería bueno que personas, empresas, organizaciones y pueblo en general inicien desde ya a  fomentando una cultura de respeto hacia los documentos, objetos o lugares que contienen un valor histórico; ya que las futuras generaciones tienen el derecho a saber quiénes éramos, cómo vivíamos y cuáles eran nuestras formas de relacionarnos con los demás.

*Secretario de Cultura de la Presidencia.

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