Luque/Paraguay/dpa
El paraguayo Alejandro Domínguez fue elegido hoy por unanimidad como presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), healing en una fuerte muestra de unidad y con la promesa de limpiar la corrupción en el golpeado ente rector del fútbol de la región.
En una elección sin ninguna emoción después de que el uruguayo Wilmar Valdez desistiera el lunes de su candidatura, malady Domínguez recibió las diez adhesiones de cada una de las asociaciones nacionales durante el Congreso Extraordinario que llevó adelante la Conmebol en su sede en Luque, en las afueras de Asunción, y así fue proclamado presidente hasta 2020.
Luego del formalismo, dio un discurso de asunción marcado por una profunda autocrítica y la promesa de atacar la corrupción que arrastró a las anteriores autoridades.
«Es la crisis mas grande y profunda de la historia de la entidad. El manejo inmoral e inadecuado que ha habido en la cesión de los derechos televisivos nos exige modificar esas conductas», destacó Domínguez, vestido con un elegante traje azul claro y una sonrisa que casi no lo abandonó durante los dos días de reuniones de la entidad.
«No puede haber más malas prácticas. No más conductas inaceptables y corruptas. Nuestro compromiso es restaurar la credibilidad para garantizar la apertura y la transparencia de nuestra entidad», señaló el dirigente que el lunes cumplió 44 años.
Hasta esta elección, Domínguez se venía desempeñando como presidente de la Asociación Paraguaya de Fútbol (APF). Fue durante dos períodos vicepresidente de la gestión de Juan Ángel Napout, ex titular de Conmebol que hoy se encuentra detenido en Estados Unidos por el escándalo de corrupción que salpicó a la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA).
Y si bien reivindicó su amistad con Napout, Domínguez aseguró que ella quedará de lado si se comprueban actos de corrupción por parte de su antecesor. Para ello prometió la realización de «auditorías, controles y un estudio profundo de los derechos cedidos», además de garantizar la publicación de los resultados de esos informes.
Incluso, Domínguez no descartó acciones judiciales ni reclamos monetarios en favor de la Conmebol. «Son ingresos genuinos de la Conmebol y de sus clubes», argumentó el dirigente, que igualmente destacó la transparencia de la gestión Napout en la APF: «En la Asociación Paraguaya sí hubo una gestión clara, en la Conmebol, veremos».
Además de Napout, sus dos antecesores en el cargo, el paraguayo Nicolás Leoz (1986-2013) y el uruguayo Eugenio Figueredo (2013-2014), también quedaron implicados en el caso «FIFAGate» y ambos se encuentran detenidos, aunque Leoz está en una clínica de su propiedad en Asunción con prisión domiciliaria.
Para completar el círculo, la mayoría de las asociaciones nacionales quedaron descabezadas por el escándalo que investiga la Justicia de Estados Unidos, que acusa a decenas de dirigentes y empresarios de crear una trama de pago y cobro de sobornos en la comercialización de los derechos de competencias futbolísticas.
Este panorama facilitó el rápido ascenso de Domínguez, que hace menos de un año y medio apenas sólo acreditaba su paso como dirigente por el club Olimpia en su país y la vicepresidencia de la APF.
«Estamos ante el partido de nuestras vidas», graficó Domínguez sobre la situación en la que asume en el ente rector sudamericano. «La crisis nos exige estar a la altura y sólo la unidad nos permitirá recuperar la grandeza», concluyó.
Una muestra de esa mencionada «unidad», la palabra más repetida a lo largo del Congreso, la dio el hecho que todos los cargos votados salieron por unanimidad, tanto la designación del argentino Luis Segura como representante en el comité ejecutivo de la FIFA -salvo un voto en blanco-, como la vicepresidencia primera de la Conmebol en favor del colombiano Ramón Jesurún y la segunda para el venezolano Laureano González.
Para ello resultó fundamental que el chileno Arturo Salah y el peruano Edwin Oviedo bajaran sus candidaturas, tal como lo había hecho Valdez, quien se desempeñaba como presidente interino de la Conmebol tras la detención en diciembre de Napout.
Antes de la elección, Valdez explicó que declinó su postulación porque Domínguez era el candidato con mayor respaldo de las asociaciones nacionales y prefirió priorizar la unidad de la entidad.
«Tengo diferentes sentimientos. Me hubiese gustado ser elegido y me hubiese gustado estar cuatro años al frente de la Conmebol. Pero ante la difícil situación que atraviesa nuestra institución tiene que reinar un espíritu de cohesión, de unidad, y primar el espíritu colectivo por el individual», expresó Valdez.
«Domínguez era el candidato que contaba con más apoyo de las asociaciones nacionales y debía ser el presidente, y así lo entendimos», añadió el dirigente uruguayo.
Los primeros objetivos que tiene Domínguez en su gestión son recuperar la afectada credibilidad de la entidad y afrontar el aumento de los ingresos que pretenden los grandes clubes de la región por participar en los torneos continentales.