Por Aldo Gamboa/Laura Bonilla
Washington/AFP
El outsider multimillonario Donald Trump asumió la presidencia de Estados Unidos el viernes con la promesa de poner siempre al país «en primer lugar» y blindar las fronteras contra los inmigrantes y el libre comercio, en un discurso inaugural cargado de populismo.
La altanera exestrella televisiva de gran jopo dorado y ninguna experiencia política, que sucedió en las riendas de la primera potencia mundial al demócrata Barack Obama, se instaló ya en la Casa Blanca bajo la mirada preocupada de los aliados estadounidenses.
Y firmó ya su primer decreto, colocando un límite al pesado costo de la ley de cobertura de salud conocida como «Obamacare», la reforma más emblemática del gobierno del exmandatario, una promesa de su campaña.
«A partir de este día, una nueva visión gobernará nuestra tierra. A partir de ahora, solo será Estados Unidos en primer lugar», dijo en su discurso en las escalinatas del Capitolio, mientras comenzaba a caer una fina llovizna.
Trump, que quiere deportar entre dos y tres millones de inmigrantes sin papeles y construir un muro en los 3.200 km de frontera con México, pidió a los ciudadanos seguir «dos reglas simples: compre estadounidense y contrate estadounidenses».
Fue aplaudido a rabiar varias veces por miles de simpatizantes llegados de todo el país, aunque la multitud era notablemente menor que en las inauguraciones de Obama en 2009 y 2013.
Antes y después de la investidura, centenares de manifestantes anti-Trump chocaron con la policía. Lanzaron proyectiles, rompieron vitrinas, incendiaron una limusina y fueron dispersados con gases lacrimógenos. Hubo 217 detenidos en la mayor protesta, informó la policía. Seis policías resultaron heridos.
Poder a la gente
«Estamos transfiriendo el poder de Washington DC y devolviéndoselo a ustedes, la gente», dijo Trump, de 70 años, que fijó como prioridad «erradicar el terrorismo islámico radical».
«Juntos haremos que Estados Unidos vuelva a ser fuerte. Haremos que Estados Unidos vuelva a ser rico. Haremos que Estados Unidos vuelva a estar orgulloso. Haremos que Estados Unidos vuelva a ser seguro. Y sí, juntos, devolveremos la grandeza a Estados Unidos», afirmó.
Lamentó que Estados Unidos «enriquezca a industrias extranjeras» y «subsidie ejércitos extranjeros».
«Hemos defendido las fronteras de otros países mientras nos hemos negado a defender las nuestras (…) Debemos proteger nuestras fronteras de los estragos de otros países que fabrican nuestros productos, roban a nuestras empresas y destruyen nuestros empleos», sostuvo.
La sorpresiva victoria de Trump, que hasta 2015 lideró el programa de telerrealidad «El Aprendiz», está anclada sobre todo en los votos de una clase trabajadora blanca que desconfía de los políticos tradicionales y que siente que la globalización le ha perjudicado, trasladando empleos a México o China.
Su aprobación en los sondeos es de 37%, el más bajo del que se tenga conocimiento para un nuevo presidente, según una encuesta de CBS News.
En un documento puesto en la página web de la Casa Blanca, Trump ya anunció que se retirará de la Alianza Transpacífica (TPP por sus siglas en inglés, integrado por 12 países, entre ellos Chile, México y Perú, que cubren 40% de la economía mundial) y que fue firmado en febrero, pero aún no ha sido ratificado.
También amenazó con abandonar el acuerdo de libre comercio con México y Canadá (TLCAN) «si nuestros socios se rehúsan a una renegociación que ofrezca a los estadounidenses un trato justo».
México observa al magnate inmobiliario neoyorquino con inquietud. Sus políticas ya le han costado millones en inversiones empresariales no materializadas y podrían arrastrar al país a una recesión en 2017.
El gabinete de Trump es el más blanco y el más rico en décadas. Incluye a un solo negro y por primera vez en casi 30 años, a ningún hispano, lo cual le ha valido fuertes críticas de la primera minoría del país, con más de 55 millones de personas (17% de la población).
Aplausos y abucheos
En las escalinatas del Congreso Trump prestó juramento sobre dos biblias sostenidas por su tercera esposa, Melania: una que le regaló su madre en 1955, y la de Abraham Lincoln, que luchó por la abolición de la esclavitud, también utilizada por Obama hace cuatro años.
Tras su breve discurso, desfiló en limusina hacia la Casa Blanca con su esposa, una exmodelo de 46 años nacida en Eslovenia que vistió un elegante vestido y una torera de cachemira celeste cielo de Ralph Lauren, muy en el estilo de Jackie Kennedy Onassis.
En el trayecto desde el Capitolio, Trump y Melania abandonaron tres veces la limusina blindada para caminar y saludar a la multitud, en medio de un espectacular dispositivo de seguridad. «¡No es mi presidente! ¡No es mi presidente»!, gritaban los manifestantes, mientras los votantes de Trump aplaudían y vitoreaban.
Más temprano, en el Capitolio, el nuevo jefe de Estado encabezó una ovación para su rival electoral, la demócrata Hillary Clinton, dijo que la respetaba y que se sentía «honrado» por la presencia del matrimonio Clinton en su investidura.
Trump firmó asimismo una proclama para crear un «día nacional del patriotismo» y una excepción para permitir que el exgeneral James Mattis sea secretario de Defensa, pese a una regla que pide siete años de retiro antes de que un militar pueda asumir un cargo gubernamental.
Mattis fue confirmado como jefe del Pentágono por el Senado más tarde el viernes.
Trump y su esposa participaron en tres cenas de gala.
Tras el discurso de Trump, Obama, el primer presidente negro en la historia del país, dejó Washington luego de ocho años en la Casa Blanca, con destino a Palm Springs, California, donde pasará unas vacaciones familiares.