Lic. Antonio Velado
No cabe duda alguna que el recién estrenado presidente de Estados Unidos de América, el magnate Donald Trump, se ha creído que su país y los demás de este planeta son sus empresas a las que puede manejar a su antojo. Pero los líderes de estos países ya se están haciendo sentir y poniendo los puntos sobre las íes.
Este señor habla de renegociar los tratados de libre comercio, además de “denunciar” los existentes, unilateralmente, sólo porque se cree que su país es el más fuerte en esta Tierra.
Su soberbia, prepotencia y mala crianza lo ha llevado en poco tiempo a faltarle el respeto, incluso, a sus más fervientes aliados. Pero estos ya le han reclamado y, pese a ello insiste en llevar adelante sus planes. Planes guerreristas en lo comercial, social, económico, religioso, cultural y, lo peor, armamentista. Si no hagamos un recuento de los países islámicos a los que ha vetado para que sus nacionales no ingresen a Estados Unidos; pero a los que provee de armas no. Esta más que clara su conducta guerrerista. Típico de los gobiernos republicanos. La historia habla en este punto. Pero día a día se gana el calificativo de antihumanista, cuando abiertamente expresa su menosprecio a personas que no son de color blanco, como los afroamericanos y los latinos, particularmente los mexicanos y centroamericanos. Por lo poco/mucho que ya hizo en tan poco tiempo, el presidente estadounidense se ha granjeado no sólo la antipatía de la mayoría de ciudadanos del mundo, sino que también de sus nacionales, quienes a diario salen a las calles a protestar por su manera de dirigir el gobierno estadounidense.
Sin embargo, algunos jueces y alcaldes federales le pusieron un alto en el camino y se niegan a acatar los decretos presidenciales emitidos. Asimismo, al interior del partido que lo llevó a la presidencia encuentra seria oposición, de igual manera en Senado y la Cámara, dominados por la mayoría republicana. Estas acciones en su contra harán más difícil los cuatro años de su presidencia. Al final, Trump, estará arrepentido de haber sido electo presidente de Estados Unidos.
Sin embargo, algo tenemos que agradecer la conducta de Trump, nos ha hecho ver que Estados Unidos no es en realidad un paraíso. Que la discriminación racial es pan del día y en todas partes. Su conducta nos debe permitir integrar un frente común para contrarrestar sus arremetidas. Así como empezar a buscar nuevos contactos para encontrar nuevos mercados a nuestros productos y servicios mediante la participación directa de nuestros connacionales. Trump nos está, sin querer, liberando. Obligando a buscar nuevos aliados o amigos con quienes comerciar a mejores precios nustros productos y servicios. ¡ Gracias, Donald Trump!
Olvida Donald TRump que su mandato sólo dura cuatro años y lo más otros cuatro para sumar ocho y, después… Después volverá a la llanura empresarial donde recogerá toda la hierba mala que ha comenzado a sembrar. Será “el arquitecto de su propio destino”. Hay una premisa que nadie debe olvidar: La grandeza de muchos países de este mundo, se debe a las constantes migraciones de hombres y mujeres de países vecinos o de otras latitudes. ¿No es cierto? Estados Unidos es uno de esos países, sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial. El mismo actual presidente, Donald Trump, es producto de esas migraciones.
Centroamérica, América del Sur y los países hermanos del Caribe, debemos hacer un frente común, ya lo hemos dejado apuntado, para así UNIDOS, hacer posible que Estados Unidos con Trump a la cabeza, dejen de lado esa conducta negativa, al final de cuentas, incluso, para sus mismos paisanos empresarios de la agricultura, industria, banca y comercio, quienes necesitan la mano de obra de todos los inmigrantes.
A El Salvador si le hablan de negociar los tratados comerciales y de otra índole vigentes, negociemos, pero para salir airosos y no al capricho de este señor Trump.
LA LUCHA APENAS COMIENZA.