Por Ivan Couronne
Washington/AFP
En la víspera de jurar como 45º presidente de Estados Unidos, Donald Trump se instala este jueves en Washington por cuatro años, determinado a transformar la política estadounidense.
El multimillonario republicano que se jacta de tener 20 millones de seguidores en Twitter abandonará durante la jornada la Trump Tower de Nueva York para dirigirse a Washington, donde pernoctará, y se mudará el viernes a la Casa Blanca.
El hombre de negocios dejará de lado su Boeing personal en el aeropuerto de La Guardia y se desplazará en adelante a bordo de un avión de la flota presidencial. Tras la partida de Barack Obama, se convertirá en el pasajero exclusivo del Air Force One.
A las 3:30 de la tarde, hora local, Trump tiene previsto depositar una ofrenda floral en el Cementerio Nacional de Arlington y hablará luego al otro lado del río Potomac, en el Lincoln Memorial, epicentro de las celebraciones de investidura, donde habrá conciertos de música country y fuegos artificiales.
La ceremonia de juramento, al aire libre en el Capitolio, empezará al mediodía del viernes, según fecha y hora establecidas en la Constitución, y será transmitida hacia las pantallas de televisión de todo el planeta, en un día en el que se esperan lluvias.
Cientos de miles de ciudadanos, entre partidarios y opositores al nuevo mandatario, comenzaron a llegar a la capital para participar en este ritual democrático en el cual participarán numerosos dirigentes políticos del país, entre ellos la rival de Trump en las presidenciales, la demócrata Hillary Clinton, y tres expresidentes.
Trump «tiene verdadera prisa de llegar a la Casa Blanca y de ponerse a trabajar para los estadounidenses», dijo el miércoles su vicepresidente, el conservador Mike Pence, de 57 años.
Sin experiencia política ni militar, el flamante septuagenario Donald Trump ha sido elegido, de cierta manera, gracias a sus malos modales: sus electores, surgidos de las clases populares, lo catapultaron a la presidencia para dar vuelta la página de la era Obama y alterar profundamente el statu quo político. El magnate prometió ponerse manos a la obra muy rápidamente.
De Kennedy a Reagan
Luego de despedirse de Barack Obama, el republicano prevé estampar su firma en cuatro o cinco decretos el propio viernes, y en muchos otros, más importantes, a partir del lunes, con el fin de desmantelar todo lo posible de la gestión de su predecesor sin esperar al Congreso, en temas como inmigración, medio ambiente, energía, derecho laboral.
Trump debe todavía terminar el discurso de investidura que pronunciará el viernes. En diciembre, en su club privado de Mar-a-Lago, en Florida, su «Casa Blanca de invierno», había indicado que pretendía inspirarse en John F. Kennedy y Ronald Reagan.
En 1961, en plena Guerra Fría, el demócrata Kennedy había llamado en su discurso inaugural a sus conciudadanos a no reclamar que Estados Unidos hiciera algo por ellos, sino a preguntarse qué podían hacer ellos por Estados Unidos. Reagan dijo en 1981 que «el gobierno no es la solución a nuestros problemas, el gobierno es el problema».
Trump ha consultado a varios historiadores, observado discursos de algunos de sus predecesores y se ha dejado aconsejar por sus asesores, pero el texto que leerá el viernes será «un texto Trump. Es él el que lo redacta, lo edita, lo corrige», comentó su portavoz, Sean Spicer.
La duración del discurso sería de unos 20 minutos, como el de Barack Obama en 2009, dijo el vocero.
Oposición demócrata se organiza
El presidente saliente lanzó el miércoles una suerte de advertencia a su sucesor. Prácticamente ya jubilado, el demócrata, de 55 años, reiteró que no intervendrá regularmente en el juego político pero que no se callará en caso de que juzgue que Trump va más allá de algunas líneas rojas.
La oposición demócrata se está organizando sin el actual presidente.
Un tercio de los legisladores de ese signo boicoteará la ceremonia del viernes y en el Senado los demócratas intentarán dificultar la asunción de varios miembros del gabinete de Trump.
Los republicanos pretendían que el mismo viernes al menos siete integrantes del nuevo gabinete fueran confirmados en sus cargos por Senado, pero es probable que fracasen en el intento.