Ramón D. Rivas*
El día de ayer, advice Día Internacional de la Lectura, se presentó en el Museo Nacional de Antropología, el libro titulado; “Donde nacen las sirenas”, el cual es el fruto del primer Concurso Centroamericano de Literatura Infantil que fue convocado en el 2012 por ¡Libros para niños! de Nicaragua, Goethe-Institut y la Secretaría de Cultura de la Presidencia. La obra se lanza en una fecha tan especial como es el Día Internacional de la Lectura; y considero que con ello se busca fomentar la producción y difusión de la literatura infantil en Centroamérica. Sin duda alguna fomentar la producción y difusión de la literatura infantil es una labor muy ardua, porque el hábito de la lectura en la región aún sigue siendo menor en comparación con países del sur de América o la Europa misma. Por ejemplo, España es de los 20 países con el mayor índice de lectura del mundo en el 2014. Ocupa la posición número 19, con una media de 5.8 horas de lectura por semana. El porcentaje de lectores supera el 60% según el Barómetro de Hábitos de lectura y compra de libros del 2012. En esa línea, por cada 100 libros publicados en el 2014, 23 son libros digitales y 74 en papel; 21 son de literatura, 13 de texto y 12 de infantil y juvenil. Mientras tanto, en el istmo centroamericano, según la Encuesta latinoamericana de hábitos y prácticas culturales 2013, publicada por la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), señala que El Salvador es el país donde se lee un poco más, lo que da la idea que habría hábitos de lectura más arraigados que en el resto de sus vecinos, incluyendo a Costa Rica y a Chile. El promedio de lectura de un salvadoreño al año es de poco menos de cuatro libros (3.9), arriba del promedio de lectura de toda Centroamérica (3.5) y Sudamérica (3.7). Esto es alentador, pero para superar o alcanzar a España y la India, existe un gran trabajo que hacer. No obstante, estoy seguro que acciones como a las que ahora me refiero, ayudan a seguir fomentando ese hábito de la lectura en la población, sobre todo en niños y jóvenes, donde se debe poner mayor énfasis para lograr que ellos adquieran el hábito de leer, de conocer por medio del libro otras formas de pensamiento; por interesarse en el arte literario y cultivarse a través de la lectura provechosa. Leer un libro ayuda a mejorar nuestra vida a nivel mental, espiritual y social; aumenta nuestro vocabulario, previene algunas enfermedades mentales y aumenta la concentración, entre otras cosas. La lectura es entonces comunicación con nuestro ser, estimular nuestra imaginación y nuestro ser. Como ejemplo de lo anterior, comparto una breve reseña que el escritor Alberto Pocasangre compartió conmigo sobre su obra premiada. Entre otras cosas el escritor escribe: “El cuento se trata acerca de un niño que pasea por una playa con su abuelita y que lo cautivó una respuesta que ella le hiciera en relación con las sirenas. ¿Has visto alguna vez a una sirena? La abuela responde que no, pero ella sabe de alguien que escuchó cantar a una y que fue en la época en que nació esa playa. Al niño se lo come la curiosidad por saber cómo estaba eso de que el mar había nacido y la abuela le cuenta una historia que ha mantenido en secreto por mucho tiempo: de cómo una pequeña niña hizo nacer y crecer un mar en el patio de su casa (precisamente el mar que abuela y nieto están viendo en ese momento). Le explica cómo la niña llevó un poco de agua y otras cosas desde otro mar hasta la casa y que, al poner todo en el patio, cada día su mar crecía: de un charco pasó a una laguna y de ahí a un lago hasta convertirse en un océano. Le contó de cómo los adultos no se percataron hasta que las gaviotas se comenzaron a comer la comida de los gatos en los patios vecinos y de la manera en que trataron de saber de dónde había salido todo aquello. La historia termina uniendo más al niño con su abuelita pues descubre el secreto que ella ha guardado por muchos años”. Este breve resumen del cuento nos ha estimulado, por lo menos a mí, nuestra imaginación y nuestra atención. Nos ayuda a conocer un mundo imaginario y nos da la sensación gratificante que solo se puede experimentar o viajar con nuestra mente a través de la lectura. Esta obra, sin duda alguna interesará a muchos niños por saber más en detalle el final del cuento. Fue la ilustradora alemana Julia Friese quien en una manera didáctica ilustro el cuento de Alberto Pocasangre. Y es que George Holbrook Jackson dijo: “El propósito de la lectura no es conseguir que se vendan más libros, sino que los lectores disfruten más de la vida”. De ahí la importancia de que los padres y a las madres, compren y lean la literatura infantil, que disfruten de la lectura y que la compartan con sus hijos. Aunque en El Salvador aún tenemos pocos literatos infantiles, debo mencionar a aquellos que con gran esfuerzo han abierto brecha en esta área de la literatura. Me refiero a grande escritores como Jorgelina Cerritos con su Casa Ballena, Maura Echeverría con la obra Mundo de Chocolate, Ricardo Castrorrivas con Pajarerías, y hoy contamos con la calidad literaria de Alberto Pocasangre. Sería bonito y gratificante cuando hiciéramos que nuestra niñez cultivara esa imaginación, de un mundo libre de violencia, engaños y de miseria.
*Secretario de Cultura de la Presidencia.