Contabilizada hoy la casi totalidad de los votos, Kast, del ultraderechista Partido Republicano, obtuvo 27,9 por ciento, seguido de cerca por Boric, de la coalición de izquierda Apruebo Dignidad, con 25,8.
Ninguno de los dos forman parte de los partidos que gobernaron el país durante las últimas tres décadas, lo cual obedece al descrédito de las formaciones políticas tradicionales, sobre todo después del estallido social de 2019.
Kast, abogado de 55 años, es un defensor a ultranza del neoliberalismo, prevé bajar el gasto público, disminuir los impuestos a las grandes empresas y potenciar el libre mercado.
Boric, exlíder estudiantil de 35 años, promete, por el contrario, fortalecer el Estado, cobrar mayores gravámenes a los más ricos y avanzar hacia un nuevo proyecto económico justo y sustentable.
“El camino de cambio que le hemos propuesto al país es el único que garantiza una salida a la crisis a la que nos condujeron irresponsablemente quienes han gobernado estos últimos años”, afirmó.
En un acto ante sus simpatizantes, el también diputado por la región de Magallanes prometió garantizar salarios y jubilaciones dignas para todos, impulsar un sistema universal de salud y reducir la jornada laboral a 40 horas semanales.
Kast, por su parte, centró su discurso en la necesidad de aplicar políticas de mano dura y reforzar las fuerzas de seguridad.
“Aquí que nadie se equivoque, la única candidatura presidencial que va a acabar con el terrorismo es la que nosotros representamos”, dijo el candidato de extrema derecha, un seguidor de las posiciones del jefe de Estado brasileño, Jair Bolsonaro, y del exmandatario norteamericano Donald Trump.
Kast apoya la militarización de la zona sur donde vive el pueblo mapuche y pretende cavar una zanja en la frontera para impedir el paso a los migrantes, mientras que Boric aboga por el diálogo para resolver el conflicto ancestral en La Araucanía y por la ratificación de los acuerdos internacionales sobre el tema migratorio.
El representante de izquierda formó parte del Acuerdo por la Paz que abrió el camino para redactar una nueva Constitución en reemplazo de la vigente desde la época de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
Su rival, en cambio, votó contra la sustitución de la carta magna, niega las violaciones de los derechos humanos cometidas durante la dictadura y afirma que si Pinochet estuviera vivo, votaría por él.
Entre esas dos visiones deberán escoger los chilenos cuando el mes próximo acudan a las urnas para elegir al sustituto de Sebastián Piñera.