Por Serge Daniel
Bamako/AFP
Un soldado de la ONU y dos niños murieron el domingo en la ciudad maliense de Kidal (noreste) en un ataque con cohetes, un día después de un atentado mortífero en Bamako, el primero contra occidentales en la capital.
La misión de la ONU en Malí (MINUSMA) aseguró que el ataque dejó un soldado muerto y ocho heridos entre sus filas, así como dos niños muertos y tres adultos heridos entre la población civil en el exterior del campo.
Una fuente de esta misión indicó que el casco azul fallecido era de nacionalidad chadiana.
Mientras el ataque de la víspera en Bamako fue reivindicado por el grupo yihadista Al Murabitun del argelino Mojtar Belmojtar, los autores del ataque contra el campo de Naciones Unidas en Kidal no lo han reivindicado por el momento.
«Sobre las 05H40 (locales y GMT), el campo de la MINUSMA en Kidal sufrió más de una treintena de disparos de cohetes y obuses», y las fuerzas de la ONU replicaron «a dos kilómetros del campo sobre las 06H00», dice el comunicado.
«Este ataque se produce mientras que, en Argel, se logran avances hacia conversaciones de paz», añade la fuerza de la ONU, en referencia al acuerdo aprobado el 1 de marzo por el gobierno malí, que espera la firma de los rebeldes de mayoría tuareg del norte del país.
«Algunos cohetes cayeron en una zona ubicada a tres kilómetros del campo de la MINUSMA», dijo, por otra parte, una fuente de seguridad de Kidal, que precisó que los civiles pertenecían a la tribu kunta, una tribu árabe nómada de las regiones saharianas de Malí, Argelia, Mauritania y Níger.
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas condenó firmemente el «atroz» ataque y advirtió que los responsables tendrán que rendir cuentas.
‘Vengar al profeta’
El ataque tuvo lugar después de un atentado ocurrido el sábado contra un club nocturno de Bamako, que causó la muerte de cinco personas, un belga, un francés y tres malíes, y dejó ocho heridos, entre ellos, dos militares suizos que ya han sido repatriados a su país.
La MINUSMA, que tiene a unos 10.000 militares y policías en el país, anunció el sábado haber «puesto a disposición de las autoridades malienses a investigadores y expertos en escenas de crimen» para encontrar a los culpables del ataque en la capital.
En Bamako se ha reforzado la seguridad, y numerosos policías equipados de chalecos antibalas vigilaban las calles, comprobó un periodista de la AFP.
Una fuente policial indicó que se habían encontrado «indicios en el vehículo que sirvió para transportar al comando autor de los crímenes cometidos en Bamako», sin dar más detalles.
Un superviviente del atentado de Bamako, Zakaria Maiga, dijo estar «sorprendido» de la facilidad de los asaltantes para lanzar un ataque «con granadas» en el centro de la ciudad, «donde se encuentra la policía maliense, el ejército maliense y la MINUSMA».
En su reivindicación, Al Murabitun dijo querer vengar al «profeta ante el Occidente impío que lo insultó y se burló de él», en alusión a las caricaturas del semanario francés, Charlie Hebdo, y la muerte de uno de sus jefes, Ahmed el Tilemsi, abatido por el ejército francés en diciembre en el norte del país.
Tras los ataques, el liceo francés de Bamako anunció que aplaza dos días la vuelta a las clases tras las vacaciones, prevista inicialmente el lunes.
El primer ministro Modibo Keita, que acudió el sábado con el presidente, Ibrahim Boubacar Keita, al lugar del atentado, pidió a los habitantes que extremen las precauciones.
En 2012, el norte de Malí cayó bajo el poder de grupos yihadistas vinculados a Al Qaida. La operación Serval, liderada por Francia a partir de enero de 2013, consiguió expulsar a parte de esas organizaciones de los territorios que habían conquistado.
En agosto de 2014, la operación Serval fue reemplazada por Barkhane, cuyo radio de acción se extiende al conjunto de la franja sahelo-sahariana.
Amplias zonas de Malí siguen escapando al control del poder central, pero, en los últimos tiempos, se redujeron los ataques yihadistas, que se habían multiplicado durante el verano.