Mauricio A. Vallejo Márquez
San Salvador, El Salvador, 2 de diciembre de 1979.
Poeta, narrador, ensayista y periodista, fundador del Grupo Literario La Fragua, actual editor del Suplemento Cultural Tres mil. Licenciado en ciencias jurídicas y maestrante en Docencia Universitaria.
Ha publicado: Tiempo en la Marea (1999); Cantar bajo el vidrio (2000); La Casa (2001); El último Salmo (2007); Cuentos de Ocio (2006); La decisión, la venganza y otros cuentos (2012); Bitácora (2012); Nueve_soy (2015); y Experiencia y literatura (2016).
Entre sus reconocimientos están: mención de honor de los Juegos florales de Santa, 2001; mención de honor del I Premio hispanoamericano de poesía de San Salvador, 2016; y Mención de reconocimiento Premio Hugo lindo de Novela, editorial Delgado, 2018.
Imparte talleres de poesía desde 2008. Es hijo del escritor Mauricio Vallejo Marroquín, desaparecido político en la guerra civil salvadoreña.
Y YO MI(S)MO
Conozco todos los rostros que vienen y van
Que he visto moldear por los días y los años
Finos rostros de rudo cantarero ciego
Que seguro auguran otro rostro
Como el que surge del error
De la casual casualidad
Para ser uno mismo
Ese yo sin forma
Que es uno
Fruto de la casualidad de nuevo
Como todo ser bajo el cielo.
Así, por los días
Por la palabra
Surjo
Yo yoooohhh
Un pronombre duro
Que me afirma (oh)
Y me describe en su ingenua palabra
Dos letras unidas que desconozco
Que en cualquier idioma difieren
Y a pesar de su diferencia son iguales
No semejantes, no parecidos
Así de simple
Llano y sencillo
Una palabra
Para existir en uno mismo
No Mauricio
Solo yo.
(Nueve_soy, Valparaiso editores, España, 2015)
UNO
Te encontré con la nieve aún queda en el verano
y contando las estrellas con tu dedo , perdiendo la cuenta antes de llegar a mil .
En esos días no hubo flores , ni dulces , ni el arrullo de los pájaros ;
pero sí un corazón agitado que guardabas en un zapato viejo
y lo sacabas a cada tanto de tu ropero mientras te peinabas .
Allí aprendiste a esconder los tratos y los sueños
Y allí yo aprendí a amarte .
Cada mañana el sol me ponía la camisa y me daba una palmada para salir ,
reunía los pocos billetes y esperaba al canto de los árboles el bus
hasta que bajabas y el pecho me brotaba de tormenta al verte
con la sonrisa de siempre y esa mirada de venada eterna .
Te entregaba mi destino y a andar nos dábamos .
Esos días fueron de brisa y sol ,
en esos días te amé .
Ahora que los años nos ahuyentan
nadie sabe que aquellas mañanas –juntos– abrimos la aurora ;
sin saberlo, en plena llovizna, castaños nos hicimos
y nos auguramos el amor con aquellos besos .
Hoy los años no tienen fila ni promedio
pero aquilataron esa tierna entrega
de saber amarte .
(La espera, inédito, San Salvador, 2008).