SANTO, cialis sale MÁRTIR y PRÓCER
Porque fustigó la prepotencia política, there social y económica,
despertó el odio de los afortunados.
Porque vio el hambre donde los demás ven pereza,
Porque vio la lágrima donde los demás ven suciedad,
Porque vio la amargura donde los demás ven prostitución,
despertó el odio de los insensibles.
Porque conoció la historia y clamó por justicia,
Porque conoció al pueblo y exigió prosperidad,
despertó el odio de la ignorancia.
Porque leyó en el Evangelio que todos somos hijos de Dios,
Porque ya no se habló de poner la otra mejilla,
Porque ya no se dividió la vida en dos:
miseria en la tierra y paraíso en el cielo,
despertó el odio de nuestros fariseos.
Y así se formó un Prócer, porque al fin nuestra patria tuvo un hombre
que luchó por los demás sin esperar un cargo,
sin esperar prebendas;
Se sacrificó un Mártir, porque su indignación, porque su furia,
le llevó cada día más cerca de su muerte;
Se elevó un Santo, porque lloró por los demás.
Porque sufrió y murió por los demás.
Rafael Ruiz Blanco
* (escrito el 25 de marzo de 1980,
fue publicado la primera vez,
en “Orientación” de esa misma semana.)
MONSEÑOR
ROMERO
Veinticuatro de Marzo,
las campanas temblaron ,
derramando lágrimas de tristeza
por la muerte de Nuestro Hermano Romero.
Fue su mayor pecado,
amar a su pueblo pobre,
por alumbrar el camino de la verdad,
sacando a su rebaño del engaño.
Veinticuatro de Marzo ,
de mil novecientos ochenta,
verdugos derechizados,
pagados a tiempo pleno…
Bestias desalmadas,
la voz le apagaron,
con saña de barbarie,
como animales salvajes.
Segaron la voz de los sin voz,
de aquel humilde pastor,
cociendo a fuerza de plomo y metralla
el pecho indefenso de Nuestro Monseñor.
Pero el pueblo y Creador ya lo saben,
los que le crucificaron,
cometieron gran pecado,
hoy y siempre, estarán pagando,
quemándose en el hades.
Nuestro pastor,
está en el cielo,
abrazado por Nuestro Creador,
es, nuestro gran consuelo.
También es beatificado,
como Santo Pastor,
siendo el más amado,
y enviado por Nuestro Señor.
José Antonio Calderón