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Rolando Alvarenga
@DiarioCoLatino
Con esa sangre fría que se llega a tener producto de trabajar en Medicina Legal, el Dr. Jaime Chévez ha venido prestando sus servicios profesionales al boxeo amateur salvadoreño. En consecuencia, ya tiene varios años de estar atendiendo toda clase de heridas y lesiones que sufren los pugilistas de ambas ramas, en el transcurso de sus combates.
Este joven galeno es un digno ahijado de Hipócrates (quien al ser juramentado como una de la eminencias de la medicina griega juró y se comprometió consagrar su vida al servicio de la humanidad), ha vendió sirviendo a varias disciplinas, pero su puntual presencia en las carteleras boxísticas, lo perfilan como que el box es el deporte sus amores, al margen de sus federativos y de quien esté a la cabeza del INDES y del COES.
Antes, durante y después de cada programación, su misión es estar clínicamente ojo al cristo para que ningún boxeador o boxeadora se pasen de listos y quieran morir en su presencia. Significa que primero debe estar pendiente en la ceremonia del pesaje y ya, a la hora de los combates, cuando algunos golpes están sonando a pisto, debe estar concentrado sobre lo que acontece arriba del ring. Y cuando por un corte u otra lesión el médico para la pelea, el doctor pide que le lleven a su esquina al herido o lesionado para evaluarlo sobre si puede o no puede seguir en la guerra de trompones.
Obviamente, está revestido de toda la voz y autoridad reglamentaria para ordenar la suspensión del combate sin que nadie discuta su decisión. Auxiliado con una mesita y una camilla, tiene asignado un lugar especial en el área técnica del ring side. Y por lo general, después de algunas peleas, el Dr. Chévez atiende de emergencia a todo aquel cristiano o cristiana adolorido por los golpes, que necesite mayor curación o con síntomas de luxación en alguna zona corporal.
En estos meses de la pandemia su trabajo ha sido todavía mucho más delicado, pero con su profesionalismo y sangre fría ha salido adelante y tras varios años de humanitaria labor, todavía no ha experimentado el duro momento de que un atleta se le muera. En este aspecto, viene al caso dejar constancia que gracias a Dios, este doctorcito no estuvo en la trágica noche, cuando hace más de tres años un púgil profesional fue golpeado en el ring del CIFCO y murió en el hospital.
