Wilfredo Marmol Amaya
Escritor y Psicólogo viroleño.
Tomado de Relatos viroleños 2017
El Casino, otrora casa de madera, dos plantas que en las últimas décadas del siglo XVII un lugar donde vinieran al mundo ilustres de apellido memorables. Si en Zacatecoluca.
Pues resulta que el mes de diciembre, se celebran las fiestas patronales en honor a la virgen de los pobres y la co-patrona señora de Santa Lucia, aunque algunas personas también la denominan “virgen de Santa Lucia” sin darse cuenta que no era virgen, pues los apócrifos la presentan como la madre de José, padre de Jesús. La fiesta emblemática en el Casino era ocasión para familias privilegiadas lucir los mejores atuendos; era la fiesta esperada,, vestimenta importada de Europa y de viajes al país del norte, y darse roce en la élite del pueblo, ante la mirada pasmosa de gente humilde, convocaba el glamour de la cita ansiada; se ubicaban en el costado sur del parque, en lo alto divisaban la fiesta de gala, colado por uno que otro comerciante exitoso, sin faltar por supuesto las autoridades civiles, militares y eclesiásticas.
Una pareja de mujeres jóvenes buenas mozas, de ropas sencillas, extracción humilde se dispusieron a dos metros de la entrada del Casino, para ver de cerca de las señoras de alta sociedad luciendo vestidos de noche, zapatos de tacón alto y charol deslumbrante, perfume exquisito y bufandas coloridas en pleno calor festivo; las mujeres se miraban entre si y sin percatarse, estaban en el umbral del casino, cuando un señor de saco negro, corbatín y zapatos “Boston” les cuestionó con una voz de pocos amigo, “para donde creen que van ustedes dos”, a lo que una de las señoritas, respondió, con toda normalidad del caso, “…a la fiesta, queremos entrar ya que no se paga la entrada”; fueron cuestionadas de nuevo por el portero: “pues se equivocan, ustedes no pueden entrar a la fiesta, no ven que no entran mujeres de dudosa reputación”, a lo que la señorita más joven se adelantó, “disculpe, pero las de dudosas reputación son las que están allá adentro, porque nosotras somos putas”, le respondió con fuerza y cara levantada; dieron la vuelta y se fueron a escuchar la misa, en honor a la virgen de los pobres.
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