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A los 69 años de edad, falleció el sábado anterior Pablo Mena, uno de los basquetbolistas salvadoreños más destacados de las décadas 60-70, conocido popularmente como “mano de ceda” por su riqueza técnica y efectividad a la hora de encestar. Fue uno de los bastiones que encabezaron la fundación del ColFer, de la colonia Ferrocarril, que llegó a competir con buen suceso en las tres categorías federadas.
Su muerte ha caído como balde de agua fría entre la gran familia basquetbolística, que le está rindiendo su último tributo en el Complejo Funerario Montelena, en donde esta mañana se oficiará una misa de cuerpo presente, antes de proceder a su cristiana sepultura. Ante tan lamentable deceso, su familia ha publicado el célebre versículo bíblico: “Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mi, aunque esté muerto, vivirá”.
El fallecimiento de Pablo Mena, quien en sus años juveniles integró los principales equipos colegiales del Externado de San José para alternar contra Liceo Salvadoreño, Santa Cecilia, Don Bosco, García Flamenco, etc, ha propiciado una serie de reacciones en las Redes Sociales, entre ellas destaca una crónica bien completa sobre lo que fue la carrera nacional e internacional de Mena, dejando constancia de su humildad, en la que, “ni los triunfos deportivos, ni los profesionales como médico, nunca se le subieron a la cabeza”.