Bogotá/ AFP
Rodrigo Almonacid / Diego Legrand
El presidente Iván Duque adelantó para el domingo la «conversación nacional» que convocó ante las protestas contra su gobierno en Colombia, que el sábado completan tres días con tensiones entre manifestantes y policías en Bogotá.
El mandatario derechista inició las pláticas el domingo, tres días antes de lo anunciado, con los alcaldes y gobernadores electos que asumirán sus cargos en enero, según escribió en Twitter.
Este lunes liderará un encuentro con la Comisión Nacional de Concertación Laboral, que reúne a representantes del gobierno, de los patrones y de los empleados. Precisamente las centrales obreras convocaron en octubre el paro nacional del 21 de noviembre, al que luego se sumaron indígenas, estudiantes, artistas y ambientalistas.
«En el transcurso de la semana continuaremos diálogos con diferentes sectores sociales», agregó el presidente, que afronta las peores protestas contra un gobierno central en los últimos tiempos.
La convocatoria de Duque, que el viernes llamó a un diálogo sin invitar directamente a algunos promotores de las protestas, se da en el tercer día de manifestaciones en Bogotá, Cali y Medellín, que tuvieron una afluencia considerablemente menor que la que reunió a cientos de miles el jueves.
La alcaldesa electa de la capital, la opositora Claudia López, quien participó en las movilizaciones del jueves, afirmó que asistirá al encuentro. «Bogotá está lista para acordar ya la agenda anticorrupción, de empleo y juventud que la ciudadanía reclama», tuiteó.
La capital colombiana fue el epicentro de una ola de violencia el viernes, que provocó que el alcalde Enrique Peñalosa decretara el primer toque de queda desde 1977, levantado la mañana de este sábado. Los desmanes dejaron cerca de 300 detenidos e igual número de heridos.
– Tensión –
Los cacerolazos y las protestas contra Duque, de 43 años, se mantenían el sábado en diversos puntos del norte, centro y noroeste de Bogotá. Cientos de manifestantes, la mayoría estudiantes y familias, se dirigían nuevamente a la residencia privada del mandatario, tras hacerlo la víspera en un desafío a la orden de resguardo.
Vamos a seguir manifestando «el tiempo que sea necesario, ya despertamos, el cambio ya empezó y no se va a detener», dijo Juan Sebastián Patiño, un asesor de ventas de 32 años que se concentró en el Parque Nacional, en el centro de la capital colombiana, donde temprano la policía antidisturbios disolvió con gases una concentración pacífica.
La fuerza de la protesta escaló a lo largo del día en medio de denuncias de «uso indebido de la fuerza» por parte de los escuadrones antidisturbios, cuyo «accionar» dejó «gravemente herido» a un joven de 17 años, afirmó la Defensoría del Pueblo.
El manifestante, identificado como Dylan Cruz, está recluido en la unidad de cuidados intensivos del hospital San Ignacio. El presidente lamentó el hecho y ordenó una «investigación urgente para esclarecer» lo sucedido.
En Cali y Medellín volvieron a haber cacerolazos, prácticamente inéditos en Colombia hasta antes del paro del jueves. Las convocatorias han sido en su mayoría espontáneas y divulgadas por redes sociales.
Por orden de Duque la capital, de siete millones de habitantes, era custodiada por miles de policías y militares, tras amanecer en calma y reponerse gradualmente de las afectaciones a la movilidad.
El mandatario atribuyó la violencia a quienes quieren «propiciar el caos» en Colombia tras haber advertido antes del llamado paro nacional que el país corría el riesgo de caer en convulsiones sociales como las que sacudieron a Ecuador, Bolivia y Chile. Expulsó entonces a 24 venezolanos señalados de querer infiltrar la protesta social.
Las promotores del paro se deslindaron desde el viernes de las refriegas violentas, cuyos protagonistas, líderes y motivaciones políticas eran inciertos. El alcalde Peñalosa consideró «vándalos» a quienes participaron en ellas y se abstuvo de relacionarlos directamente con los participantes del 21N.
– La ONU saluda el diálogo –
Ante un creciente malestar social y con la popularidad en rojo, Duque había convocado el viernes a la «conversación nacional» después de que las protestas multitudinarias del jueves dejaran tres muertos y más de 300 heridos en todo el país.
A través de su portavoz, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, reconoció el «espíritu mayormente pacífico» de las marchas y saludó «la disposición del gobierno de entablar un diálogo».
Duque, cuya ausencia de mayorías en el Congreso impidió llevar a cabo algunas de sus promesas, afirmó que en las conversaciones se debatirán «reformas» a su política social, aunque el abanico de reclamos y exigencias de los manifestante es mucho más amplio y diverso.
Las centrales obreras se oponen a supuestas iniciativas gubernamentales para flexibilizar el mercado laboral y las pensiones. Los estudiantes exigen más recursos para la educación pública, y los indígenas protección tras el asesinato de decenas de comuneros desde que Duque asumió el poder.
Todos cuestionan la política de seguridad enfocada en el combate del narcotráfico, el asesinato de decenas de líderes sociales y el intento de modificar el pacto de paz de 2016 que desarmó a la exguerrilla FARC, que también ha participado en las movilizaciones.
Con un crecimiento económico superior al promedio regional, la cuarta economía latinoamericana presenta altos índices de desigualdad y desempleo.