Renán Alcides Orellana
La sociedad salvadoreña transita espinosos caminos de convulsión social, sovaldi casi sin esperanza de una “pronta y cumplida” solución.
Diferentes factores contribuyen a la inestabilidad. Aunque algunos son propios de la realidad social, nurse económica y cultural que enfrenta el país, la mayoría son del ámbito político, bien por la mala herencia de administraciones pasadas, el revanchismo partidario o el simple afán de llevar la contraria. Caso concreto, la Asamblea Legislativa.
Los debates y controversias son propios de los sistemas parlamentarios. Son los pesos y contrapesos de todo sistema democrático, que también permite una reflexión -seria y patriótica- especialmente de los distintos grupos parlamentarios, cuando un problema de nación urge de consensos para ser solucionado. Desde luego, es un derecho y una herramienta de sana administración, exigir claridad en los planteamientos de cada propuesta. Cumplido este requisito, toda “oposición constructiva” debe “ceder” un poco en su línea partidaria hasta lograr aprobaciones urgentes, en aras de contribuir a la solución de la problemática nacional. Una clara visión de nación.
Esa es una demanda que, como secreto a voces, hoy por hoy y de manera urgente, plantea la población no sólo a la Asamblea Legislativa, sino también a todas las fuerzas vivas del país. Comprensible porque, aparte de la crisis económica, hay una agobiante realidad socio-jurídica, por casos alarmantes -hasta hoy inéditos- de los cuales, como muestra, cito sólo tres: 1. La niñita Dariana Alexandra, de 5 meses de edad, muerta a golpes por su propio -salvaje- “padre”; 2. Los futbolistas, ahora ex seleccionados nacionales, contra quienes hay un proceso judicial por compra-venta de partidos internacionales; y 3. La captura de personas por trata de menores, para saciar la aberrante práctica de inescrupulosos personajes, mercaderes de la dignidad de jóvenes y niños. En esto, el Fiscal General, Luis Martínez, ha prometido “ir hasta el fondo” en las investigaciones y, de veras, la población honesta espera que así sea, capturando -sin que importen posición o clase- a quienes resulten culpables. Están en juego la doble moral y la incoherencia profesional de varias personas conocidas, algunas por su labor diaria en público entre cámaras y pantallas, según algunos medios de comunicación…
Los casos citados son apenas una brizna de un tejido social en descomposición, que, sin duda alguna, afecta a la ciudadanía laboriosa y honesta. Para contrarrestar esa avalancha que denigra a la niñez/juventud, y para la solución de tantos otros problemas, se precisa de un alto grado de verdadero patriotismo, más allá de los actos y desfiles conmemorativos a la Independencia, en este septiembre de copiosas lluvias.
Sin embargo, y con razón, todo mueve a pensar que, dadas las primeras muestras de la ya tradicional campaña adelantada (¡al carajo, como siempre, la Ley Electoral!), los políticos -con las escasas excepciones de siempre- estarán “muy ocupados” en su afán desmedido de conseguir más votos, porque al fin y al cabo eso es lo que importa; sobre todo, si la intención es volver a dirigir las “mareadoras” sesiones legislativas… Así que, para los problemas “de la paz en la dicha suprema”, ya habrá tiempo después. ¡Que así no sea!
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PUNTO Y APARTE. Sorprendente la facilidad con la que un diputado de la “oposición”, de mutuo propio y sin decir “agua va”, sustituye, de inmediato, a su suplente acusado de presuntos delitos. ¡Un verdadero ejemplo de auténtica democracia y de solidaridad partidaria…! (RAO).