Julia Carrie Wong/The Guardian
Traducción del inglés para Rebelión de Carlos Riba García
Los manifestantes informaron de que también fueron atacados con balas de goma y granadas de percusión en un puente justo al norte del campamento levantado por indígenas y activistas medioambientales para oponerse al polémico oleoducto.
“Han sido atacados con cañones de agua”, dijo LaDonna Brave Bull Allard, un integrante de la tribu sioux de Standing Rock. “Fuera de las tiendas hace 5 ºC bajo cero; utilizaron gas lacrimógeno, balas de goma, gas pimienta, etc. Fueron atrapados y atacados. Rezad por mi pueblo”.
El Departamento de los Sheriffs del condado de Morton describió el incidente como “levantamiento” y a los manifestantes como “muy agresivos”. Un portavoz del departamento dijo que los agentes de la ley estaban arrojando agua porque los manifestantes habían encendido hogueras sobre el puente y en las inmediaciones.
Según el Departamento de los sheriffs, una persona fue detenida.
“Como profesionales de la medicina, estamos preocupados por el riesgo real de muertes por hipotermia grave que pueden producirse en estas condiciones”, comunicó el Centro Médico de Standing Rock en una declaración por Facebook.
Fueron heridas 167 personas, y siete han sido llevadas al hospital, según Jade Begay, la portavoz de la Red Ambiental Indígena.
El incidente es el último choque violento entre militantes –desarmados– contra el oleoducto, quienes se llaman a sí mismos “defensores del agua” y una fuerza policial altamente militarizada. Más de 400 activistas han sido detenidos desde que comenzó la protesta y los agentes de la ley emplearon gas pimienta, gas lacrimógeno, balas de goma, pistolas Taser, bombas de estruendo y otras armas “no letales”.
En el pasado abril, miembros de la tribu sioux de Standing Rock montaron el primero de varios campamentos en las márgenes del río Missouri. La tribu tiene el temor de que el oleoducto, proyectado para cruzar el río por debajo de su lecho a poco más de un kilómetro de la reserva de Standing Rock, amenace su fuente de agua potable y sostiene que la construcción del oleoducto ya ha violentado espacios sagrados donde la tribu entierra a sus muertos.
En Dakota del Norte, la construcción del oleoducto está casi acabada, pero a la empresa encargada de la obra, Energy Transfer Partners, todavía le falta el permiso final para excavar debajo del río. El martes 15 de noviembre, la empresa constructora acudió a un Tribunal para tratar de conseguir un mandato del gobierno que le permitiera empezar a perforar inmediatamente.
Los enfrentamientos comenzaron a las seis de la tarde del domingo, cuando un grupo de unos 100 manifestantes intentaron retirar dos camiones quemados que bloqueaban el puente por donde pasa la ruta más directa que une la reserva sioux de Standing Rock con la ciudad de Bismark, la más cercana en North Dakota. Los camiones estaban allí desde hacía varias semanas, y la policía había levantado una barricada detrás de ellos obligando así que el tráfico hiciera un rodeo de unos 35 kilómetros.
“El propósito de los manifestantes era hacer algo para quitar esa barricada por el peligro que representa”, dijo Begay, del pueblo Tesuque y Diné, que estaba desde septiembre en los campamentos de Standing Rock. “La barricada representa un peligro no solo para los acampados sino también para Cannon Ball y otras comunidades que están al sur.”
Begay dijo que los activistas encendieron dos hogueras para defenderse del frío, cocinar algo y preparar té. Otro fuego fue provocado por las armas de la policía, añadió ella.
“Están utilizando la barricada como una excusa para impedirnos el derecho de protestar, que está garantizado por la ley”, dijo Frank Archambault, miembro de la tribu sioux de Standing Rock en Little Eagle, South Dakota. “Nos han dicho que la perforación está a punto de empezar; por lo tanto, la tensión está ahora en su punto más alto.”
“Los activistas han conseguido retirar uno de los camiones antes que la policía les atacara con todas sus armas”, dijo Begay.
“La violencia llega en un momento difícil para los manifestantes indígenas acampados”, dijo Archambault. “Nos esperan unos días muy duros”, agregó. “En mi familia nunca celebramos el día de Acción de Gracias. Siempre es un día de duelo, porque recuerda el día que empezó el genocidio en este continente. Todo lo que está pasado no hace más que confirmar lo que estamos diciendo”.