Licda. Norma Guevara de Ramirios
@guevara_tuiter
Cuando estamos en el mes de la independencia de Centro América, viagra drugstore celebrando el 194 aniversario de nuestra independencia patria, shop es importante reflexionar sobre la capacidad de convivencia y la enorme importancia de la educación cívica como proceso de formación de nuestras actitudes y sentimientos para con los demás. El Ex Presidente Pepe Mujica ha expresado con nitidez las esferas de la formación de la persona y de los espacios de aprendizaje, dice “En la casa se aprende a: Saludar, dar las gracias, ser limpio, ser honesto, ser puntual, ser correcto, hablar bien, no decir groserías, respetar a los semejantes y a los no tan semejantes, ser solidario, comer con la boca cerrada, no robar, no mentir, cuidar la propiedad, la propiedad ajena y ser organizado. En la escuela se aprende matemáticas, lenguaje, ciencias, estudios sociales, inglés, geometría y se refuerzan los valores que padres y madres han inculcado en sus hijos”.
Es difícil encontrar de manera tan clara y sintética la definición de los roles de la familia y la escuela en la formación de ciudadanos y ciudadanas. Sin duda esta definición del deber ser es aplicada por una gran cantidad de personas en nuestra sociedad, pero a la luz de los problemas estructurales y coyunturales que vivimos bajo formas de exclusión, pobreza, violencia intrafamiliar, violencia social, delincuencia de distinto tipo incluyendo el contrabando, la evasión de impuestos, hasta la criminalidad que arrebata vidas y bienes; uno se pregunta ¿Cuánta falta nos hace la educación en su significado esencial? El que nos permite expresar de manera práctica valores elementales para una sana convivencia.
Otras estructuras sociales más allá de la familia y la escuela, igualmente formadoras son las empresas, las iglesias, los partidos políticos, las asociaciones, las instituciones que conforman la comunidad política dentro de la cual actuamos, incidimos y somos influenciados. Para los partidos políticos está reservado un papel importante que debe coadyuvar a la formación cívica de la ciudadanía, en nuestra Ley de Partidos Políticos se establece entre las obligaciones y deberes, las de promover una cultura de paz, valores cívicos y el goce de las garantías constitucionales; así como formular su ideario, programas y planes que reflejen sus propuestas para el desarrollo nacional de acuerdo a su visión de país.
Cuánto más seamos consientes de nuestras responsabilidades personales y de las colectividades de las que somos parte, más podemos contribuir a crear condiciones para el bien común. En nuestro querido país, a escasos seis años del bicentenario de nuestra independencia y como lo ha afirmado el Presidente Salvador Sánchez Cerén – independencia es vivir en unidad, en familia y entre hermanos apoyándose para un futuro mejor. Las y los funcionarios, servidores públicos estamos llamados a responderle a la nación, asumiendo con valentía, creatividad y trabajo la atención de los problemas de nuestra sociedad.
Es ejemplar el papel de maestras y maestros, de policías, de soldados, de médicos y enfermeras volcados a su misión. Sin duda además de enseñar, curar, proteger y proyectar valores a la colectividad a la cual se sirve, constituye referencia en la permanente formación de expectativas de las generaciones más jóvenes sobre cómo ser y donde inspirarse; de las actitudes y formas del servicio proyectaremos a otros los valores de la idiosincrasia salvadoreña que merecen ser conservados y los nuevos que debemos aprender.
Las escuelas salesianas en la formación de padres insisten en hacer entender que su misión es formar buenos cristianos y buenos ciudadanos, será menos costosa esa misión si la familia, padres, madres, abuelos, hermanos ayudamos en casa a que nuestros niños y niñas, adolescentes y jóvenes aprendan lo que Pepe Mujica nos recuerda que debemos aprender en casa.
Es una tarea colectiva perfilar los valores de la salvadoreñidad, como lo señala nuestra Ley General de Educación, la educación es un proceso de formación permanente, personal, cultural y social fundamentado en una concepción integral de la persona humana, tiene entre sus fines lograr el desarrollo de la personalidad en su dimensión espiritual, moral, social y de contribuir a la construcción de una sociedad democrática más próspera, justa y humana; inculcar el respeto a los derechos humanos y la observancia de los correspondientes deberes, combatir todo espíritu de odio, conocer la realidad nacional e identificarse con los valores de la salvadoreñidad y propiciar la unidad del pueblo centroamericano.
Que sirvan las fiestas de independencia para recordar nuestros deberes y reforzar la voluntad de trabajar unidos por un buen vivir para todas y todos en nuestra patria, así seremos nosotros mejores ciudadanos. El resultado esperado de una buena educación cívica.