Licenciada Norma Guevara de Ramirios
El magisterio salvadoreño, en sus múltiples reclamos, expresan la existencia de un serio problema de la educación en el país.
El ministro de educación ha asegurado que estudian la forma de jubilar a más de 30 mil maestros en servicio, para abrir oportunidades a otra cantidad similar de quienes esperan una oportunidad de empleo.
Eso genera, en el maestro que está laborando, el temor a que le sea aplicado a este sector la jubilación forzosa, similar a la que aplicó este gobierno a los jueces con sesenta o más años, y a los agentes y empleados de la policía nacional civil.
Los maestros explican que la baja tasa de jubilaciones de los últimos años, esta relacionada a la aplicación de la ley que privatizó las pensiones en 1996, pues a quienes se jubilen les correspondería una pensión menor al salario mínimo vigente, que representa aproximadamente un tercio de la pensión que les hubiera correspondido si estuvieran en un sistema similar al de IMPEP, con el cual se jubilaron otros maestros y maestras en el pasado.
Esta tensión en el sector representa una dificultad para cualquier plan de mejora, si esto existiera, en la educación nacional.
Además, han demandado crear una mesa para discutir la aplicación de la revisión salarial, que por ley les corresponde realizar cada tres años, según lo estableció la ley de la carrera docente desde 1997, y que, en esta ocasión, corresponde realizarla en 2023.
Los distintos gremios de maestros esperaban, que sus propuestas de un cambio en la ley de pensiones, fueran tomadas en cuenta en la promesa que hiciera el presidente Bukele el 15 de septiembre de 2021, cuando aseguró que, a más tardar, en un mes presentaría una nueva propuesta para el sistema de pensiones.
Quienes se han movilizado hacia la Asamblea Legislativa para exigir el cumplimiento de la propuesta gubernamental, han declarado a los medios de comunicación social, que la mayoría de maestros voto por el presidente y su partido, esperando que les cumpla las promesas, pero que, en cambio, se encuentran ahora con cercos de alambre y de policías que les impiden acercarse al recinto legislativo.
En todo sistema educativo, el papel del maestro y la maestra, su actitud, su formación, su compromiso con los educandos, su seguridad social, son esenciales, pero cuando esto se ve afectado por diversos temores e incertidumbres, difícilmente se puede esperar mejoras en las aulas.
Los maestros luchando, también estamos educando, afirman cuando marchan para expresar sus quejas y sus demandas, pues también han experimentado mandatos de no denunciar el estado precario de sus establecimientos a los que no llega la inversión pública.
La diputada Anabel Belloso, del FMLN, en ocasión que se presentara el proyecto de presupuesto para 2023, aseguró que más de 40 millones de dólares situados en el presupuesto del año 2022, destinados para la infraestructura escolar, siguen sin ejecutarse.
Es difícil, a estas alturas, saber si la nivelación salarial de los maestros viene contemplado en ese proyecto presentado, cuando la divulgación de cifras gruesas del mismo indican que el ramo de educación apenas trae 29 millones adicionales al presupuesto 2022; y que una gran parte del presupuesto del año en curso no ha sido ejecutado.
Además de la inversión en cárceles, es importante darnos cuenta que el presupuesto para el año 2023, que la asamblea tiene en sus manos desde el 29 de septiembre, indica que el ramo de defensa tendrá 838 millones 800 mil dólares, muy cercano a los presupuestos de salud y educación.
El presupuesto de salud será de 1,131 millones de dólares; y el de educación, que se mantiene virtualmente estancado en 1,501 millones 900 mil dólares.
Con razón los jóvenes han gritado, en las calles, que esperan más universidades y menos servicio militar; más educación y menos persecución.
Los discursos de educar a la persona desde su nacimiento, nacer con cariño, reconstruir escuelas, llevar computadoras, se contradice con los miles de jóvenes inocentes capturados, con el abandono de más de 20 estudiantes de las universidades, con los miles de soldados cercando ciudades, inversión en cárceles y la inseguridad de los que están llamados a impartir educación en las aulas, que son objeto de censura, amenazados con jubilación forzosa y descorazonados de saber que si se retiran tendrán aproximadamente la cuarta parte de lo que es su salario, como maestros activos.
Si la educación es la base de la mejora de una sociedad, que lejos estamos con menos inversión en educación, más militarismo y gasto militar, policial y carcelario. Una real crisis que tardará mucho para revertirla.