Alberto Romero de Urbiztondo
@aromero0568
En El Salvador, desde la Constitución de 1883, se define que la educación estatal será laica, tal como refleja en su Artículo 30: “La Nación garantiza la existencia y difusión de la enseñanza primaria, la cual será gratuita, laica y obligatoria”, con ello, hace 138 años, los constituyentes de aquella época aspiraban a asegurar la libertad de conciencia, afianzar, mediante la educación, una forma de gobierno y un sistema de vida democráticos en los que se expresara el pluralismo social y político del país y respetar plenamente las garantías individuales y los derechos humanos de toda persona. Por esto sorprende que el actual Presidente, que quiere proyectar una imagen de modernidad, haya declarado que no se incluirá el carácter laico de la educación en la propuesta de reforma constitucional que está promoviendo. Tal vez es por no tener claridad de cuáles son los objetivos de una educación pública laica. Vamos a intentar explicarlo.
En El Salvador con una ciudadanía con diversidad de creencias y convicciones, la escuela pública debe de respetar esta diversidad y no ser utilizada por los docentes como un espacio para hacer adoctrinamiento de sus creencias particulares. Además el alumnado debe de tener claridad de que una cosa son los conocimientos basados en la ciencia y la investigación que le trasmite su docente y otra diferente las creencias, costumbres, ritos y códigos de conducta que este docente tenga producto de su fe, la cual es individual y diversa y por su propia naturaleza no basada en un conocimiento científico y verificable.
La educación laica es un modelo educativo sin dogmas ni verdades absolutas y excluyentes, que educa al alumnado, en valores humanistas universales, en la pluralidad y en el respecto a los derechos humanos y la diferencia, en el conocimiento y respeto a los principio constitucionales, éticos, no sexistas y democráticos.
La educación laica promueve que el estudiantado adquiera una formación cívica y ética que le permita participar en la democracia, que despliegue libremente su pensamiento, capaz de ejercitar la crítica y la autocrítica, que cultive el respeto a la diversidad y rechace la discriminación.