Miguel Ángel Dueñas Góchez*
Comparando la educación tradicional y la educación popular, and pharmacy en coherencia con las opciones éticas y políticas, así como con las construcciones discursivas y prácticas que han agenciado en América Latina las corrientes de la educación popular y la investigación comprometida, estas han venido instituyendo metodologías y estrategias de trabajo educativo entre personal educador y estudiantes, que se pueden catalogar así:
-Las prácticas educativas e investigativas parten de reconocer los saberes y las experiencias de las personas participantes; antes que imponer contenidos, predefinidos por el conocimiento formalizado o las cosmovisiones de las personas que se están educando.
-Se fomenta una actitud problematizadora frente al contexto y a sus lecturas de la realidad a través de una “pedagogía de la pregunta”.
-Se promueve el diálogo entre las personas participantes, como medio y estrategia de comprensión de las problemáticas que se estudian y de reconocimiento de los participantes como sujetos de saber y de poder.
-Se toma como referente las prácticas sociales y culturales de quienes participan, para comprenderlas y potenciarlas en función de transformar los contextos, desde opciones éticas y políticas democráticas y emancipadoras.
-Se estimula la construcción colectiva de conocimientos, valores y decisiones y no la enseñanza o imposición de estos por parte de las personas educadoras; en consecuencia, se propicia el trabajo cooperativo y la solidaridad entre las personas que se educan.
-Las prácticas educativas e investigativas son creativas e imaginativas, a la vez que fomentan y amplían la imaginación de quienes participan.
-Frente a la educación bancaria y verbalista, las prácticas educativas populares fomentan la participación activa de las personas que se educan. El principio heredado de las pedagogías activas de “aprender haciendo”, ha encontrado acogida también en la investigación participativa y la sistematización de experiencias, enriqueciéndolas con el hacer reflexivo y crítico.
En resumen, se puede afirmar que en la experiencia de formación de personas se posibilita visibilizar la presencia y la emergencia de una pedagogía comunitaria, una pedagogía del reconocimiento intercultural, una pedagogía de género y una pedagogía de la potenciación de la persona. Queda el desafío de desplegarlas en las experiencias.
Por lo tanto, es una invitación de continuar en la conversación y la construcción en torno a los inéditos viables que nos heredó Paulo Freire.
*Lic. en Relaciones Internacionales.