Por Wilfredo Arriola
Innumerables discusiones se han desatado por la falta de respuesta a conversaciones en la red, por mensajería o incluso en las conferencias estudiantiles que se desarrollan día con día en diferentes plataformas con fines educativos. Algunos consideran que el hecho de no responder a una conversación podría ser motivo de enojo, de falta de respeto y en algunos casos osados la perdida parcial de la amistad. No es para tanto, quedarse a la espera de una respuesta, de un saludo o de un comentario no es nada agradable. Cerrar una conversación en buenos términos es motivo de paz mental o simplemente de educación.
Muchas veces se confunden los problemas con la simpatía, pero en realidad son de educación. Esperar una respuesta a una consulta, a una invitación o en su defecto un saludo se ha convertido en una muestra de principios, algunos osan en considerar que no hacerlo es un problema sin importancia y lo valoran como de necesidad de atención, lo considero totalmente diferente, lo asocio con la educación de la respuesta, decir si, decir no o simplemente despedirse es un gesto de buenos modales, la simpatía va después.
No es un problema menor, soy estudiante activo de una universidad local y me causa vergüenza, estar en el pleno de las distintas clases en línea, cuando el catedrático, pide opiniones, colaboraciones o un eco para saber que no está solo, clases que en muchas ocasiones pasan los setenta y cinco estudiantes y en su generalidad opinan a lo mucho, cinco estudiantes, el resto calla, no se involucra ni siquiera saluda al entrar a la video llamada. No es un detalle de simpatía, lo repito, es una muestra de educación y respeto a quien preside el encuentro. Es el equivalente a no saludar o devolver un saludo de buenos días, es guardar silencio ante una interrogante, lo que resulta penoso, aun más penoso, que sean buscadores de la excelencia académica y que con simples detalles de sentido común fallen. Hoy en día, (penosamente) destacar en una clase de esta índole no tiene que ver con la inteligencia o el talento, tiene que ver con la simple educación, de saludar, responder u opinar, a esas condiciones hemos llegado.
El catedrático, recordará al que le mostró su educación siendo parte activa de un pleno, más que al que mostró mejores calificaciones. El sentido común debería también ser parte de la nomina de asignaturas educativas, parece exagerado, pero lo es, como estar ante la ausencia de muchas personas en línea, las que guardan un total silencio por lo que se vierte en la videoconferencia. De pronto estas asignaturas parecieran que se convierten en clases de lavadoras, las que uno asigna un tiempo y al lapso transcurrido uno regresa a apagar el dispositivo, y en su intervalo hay simplemente un icono de representación mas no de presencia.
La Educación Virtual, tiene los mismos componentes de la realidad, el saberse identificado con los pares. Es natural ver a la gente con presunta adicción a los dispositivos móviles, pero no tienen la delicadeza, a veces de contestar una llamada, un saludo o un comentario, o de opinar en una clase académica. Tenemos que revisarnos, como diría una catedrática a la cual le guardo especial afecto y re asignar las formas por las cuales uno se gana el prestigio, pareciera ser, que hoy la responsabilidad virtual tiene más méritos que antes. En otros tiempos el prestigio se ostentaba por ser integro en todo aspecto, hoy simplemente por tener buenos modeles.
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