AFP
Tras casi dos décadas en Afganistán, Estados Unidos quiere alcanzar un acuerdo con los talibanes en dos meses, pero lograr un tratado de paz más amplio para este país devastado por la guerra parece mucho menos factible.
El presidente Donald Trump está impaciente por retirar a los 14.000 soldados que siguen en Afganistán, ya que está convencido de que la operación militar lanzada allí tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos no da más. Es de las pocas decisiones en las que cuenta con el apoyo de muchos de sus rivales demócratas.
Durante una visita a Kabul a finales de junio, el secretario de Estado, Mike Pompeo, dijo que Washington buscaba un acuerdo con los talibanes antes del 1 de septiembre, previo a las elecciones afganas, que podrían añadir un elemento de caos en el país.
El negociador estadounidense, Zalmay Jalilzad, se reunió siete veces con los talibanes, y estos se mostraron al fin dispuestos a entrevistarse con representantes del gobierno afgano a partir del domingo en Catar.
Ese encuentro supone un avance significativo, ya que los insurgentes siempre se habían negado a conversar con Kabul.
En Doha, los representantes del ejecutivo participarán sólo «a título personal y sobre la base de igualdad» con los talibanes, según Alemania, que organiza la reunión junto con Catar.
«Creo que hay una gran posibilidad de tener un acuerdo entre Estados Unidos y los talibanes incluso antes de septiembre, pero un acuerdo sólo entre Estados Unidos y los talibanes no es un acuerdo de paz para Afganistán», dice Laurel Miller, que fue representante especial de Washington para Afganistán y Pakistán de Trump y su predecesor, el demócrata Barack Obama.
Un pacto así «no aborda las cuestiones realmente difíciles como el papel que los talibanes desempeñarán o no a la hora de gobernar Afganistán, ni lo que pasará con el gobierno actual y el sistema de gobierno que Estados Unidos ayudó a establecer», añade Miller, actual directora del programa Asia de la ONG International Crisis Group.
El aparente avance de Estados Unidos con los talibanes se debe solamente al hecho de que la administración Trump hizo una concesión al aceptar negociar aunque los insurgentes no mantuvieran conversaciones con Kabul, afirma Miller.
– Un futuro con incógnitas –
Un acuerdo con los talibanes deberá incluir dos aspectos fundamentales: una retirada de las tropas estadounidenses y el compromiso de los talibanes de no servir de base para terroristas, el principal motivo de la invasión hace 18 años.
Estados Unidos, que según estimaciones gastó un billón de dólares en Afganistán, insistirá probablemente en su acuerdo con los talibanes en la necesidad de que entablen negociaciones con el gobierno del presidente Ashraf Ghani.
Pero Scott Smith, subdirector del programa sobre Afganistán del Instituto de Estados Unidos para la Paz, opina que los talibanes y Kabul no se han preparado mucho para mantener negociaciones sobre el futuro del país.
«No creo que nadie haya pensado mucho sobre esto», asegura. «Es como hacer un rompecabezas en el que empiezas por las esquinas y los detalles se van rellenando poco a poco. Aún seguimos buscando las esquinas».
Michael Kugelman, subdirector para Asia del Centro Internacional para Académicos Woodrow Wilson, afirma que el ejemplo de otros países devastados por la guerra como Colombia muestra que puede llevar años, si no décadas, alcanzar acuerdos de paz.
«Dado que estamos hablando de asuntos bastante significativos, como un alto el fuego talibán y la voluntad de los talibanes de conversar con Kabul, me sorprendería mucho que hubiera una acuerdo de paz global antes del 1 de septiembre», dice, aunque opina que un pacto limitado con Washington sí es posible.
– Cambio de política exterior –
Trump dijo en una reciente entrevista con Fox News que Estados Unidos ya no debería ser «el policía del mundo» y lamentó que China se haya aprovechado extrayendo minerales en Afganistán.
El presidente dijo, sin embargo, que Washington mantendría una fuerte presencia de inteligencia tras retirar las tropas de Afganistán y que generales estadounidenses le avisan a menudo de los peligros extremistas que pueden surgir de ese país.
Los talibanes han aprovechado la voluntad estadounidense de retirarse cuanto antes para mantener sus actos violentos.
El lunes, al menos seis personas murieron y decenas, incluidos unos 50 niños, resultaron heridas en la explosión de un coche bomba en plena hora punta en el centro de Kabul.
Miller, la exenviada al país, cree que los talibanes podrían envalentonarse aún más si firman un acuerdo con Washington. «Una vez que Estados Unidos acepte una hoja de ruta para la retirada, su influencia en cualquier cosa que ocurra posteriormente en el proceso se reducirá».