Diario Co Latino 133 años informándote con credibilidad
Artículos relacionados
Por: Rolando Alvarenga
Contrario al 2019, año sobresaliente con tres históricas medallas de oro panamericanas y otros resonantes logros internacionales, el inédito 2020 honestamente no aporta el suficiente y sólido material para un cerrado debate y votación en la elección de los “Atletas del Año para la Espiga Dorada”.
Lo anterior tiene que ver con los estragos de la COVID-19, que desde marzo comenzó a echar por tierra las principales competencias nacionales e internacionales, empezando por la máxima fiesta universal de cada cuatro años: los millonarios Juegos Olímpicos, que estaban programados del 24 de julio y el 9 de agosto en Tokio.
En el caso de El Salvador, recordemos que, por el factor falta de recursos financieros, son muy pocos los atletas que a partir de enero y febrero iniciarán sus participaciones internacionales.
Además, el virus no cede y la curva no se aplana, por lo que todo apunta a que la “inactividad deportiva en vivo” seguirá hasta septiembre, pero tampoco es la última palabra. Así es que, siendo optimistas, es posible que hasta después.
Pero si contra todos los pronósticos la curva se aplana e inicia la actividad en septiembre, difícilmente varios atletas salvadoreños van a barrer en la alta competencia internacional y meter en apuros al comité organizador de la Espiga.
Por ello, premiar solo por premiar no tendría peso, ni jerarquía. Una saludable medida salomónica y tributo a los caídos por el COVID-19 sería que el comité organizador de esta sonada gala destinara la plata para una noble causa, a nombre del deporte. ¿Qué le parece?
