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El amargo sonido de la lluvia. Poesía de Gabriel Quintanilla

Quizá lo mejor era no venir a este mundo

y quedarme a la orilla de aquel silencio,

esperar a que el tiempo me engendrara en otra cosa

tal vez en una lluvia eterna

o en una tarde tenue

con pájaros grises

con perros de aullidos negros,

tal vez en una mirada triste

quizá lo mejor era no venir a este mundo

para no joderle la vida a nadie.

No debí cruzarme en tu camino,

debí dejar que siguieras de largo con aquel silencio

con aquella ausencia en tu mirada,

que otro te llevara aquella metáfora

y que fuera otro quien engendrara tu deseo,

que te compartiera el café con pan a la hora de la lluvia

que fuera otro quien sembrara tus raíces en aquellos poemas

y fuera otro quien te llevara por aquellos caminos

sin gente triste

sin horas lúgubres

sin historias atragantado tu garganta.

Yo debí quedarme con aquellas ganas cuando la historia aún no era mi problema

y la lluvia llegaba a la misma hora

por la misma calle,

yo debí quedarme callado

con la tristeza a flor de piel

sin dejar salir un atisbo de aquel rezago

de aquel aullido negro

de aquellos pasos tristes

de aquellas miradas atrás de los vitrales

yo debí quedarme a la orilla de aquel deseo.

Quisiera conocer al que se le ocurrió crearme

para decirle que fue una mala idea

que soy una copia mal hecha,

si es que me hizo a su semejanza

quisiera reclamarle por la falta de sentido a la hora de ser alguien,

porque bien pudo hacer un dios capaz de hacer que llueva poesía

de hacer que esas calles lúgubres se arrinconaran en un cuento,

quisiera decirle que nada de eso pasó

que soy una mala idea caminando por esas líneas de la vida.

No sé hasta cuándo se va a hacer justicia

y esa lluvia que cae en el patio va entrar en este poema

y se va llevar esta imagen triste que me acecha

que se esconde en ese rincón

que diluye tus pasos

no sé hasta cuándo se hará justicia

y voy a servir para algo más que darle comida al gato

que ser un mal jugador de ajedrez

de ser un simple número en

una calle

en una casa

en un lugar,

Cuando se hará justicia y voy a servir para algo más que ser un simple peatón que camina en una mala historia

de un mal cuento

de un mal escritor

de un mal libro

puesto en una mala librera.

Aquí sigo

viendo esa ventana

por donde se fueron aquellas horas

con sus gemidos a oscuras

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Categories: Suplemento Tres Mil | 3000
Tags: Poesía
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