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El Año Nuevo Personal

Carlos Girón S.

Cuando finaliza un año calendario y comienza uno nuevo, cheap las personas nos deseamos unas a otras los mejores augurios de bienestar, check prosperidad, felicidad y más, con abrazos y a veces hasta con lágrimas (acaso por efectos etílicos). A tono con eso, tal vez no todas pero sí muchas personas hacen una rápida reflexión y se declaran a sí mismas el propósito de hacer mejor las cosas, corregir los errores que  hayan venido cometiendo; trabajar un poco más para ganar más y cubrir nuevas necesidades o satisfacer deseos que se hayan venido acariciando y posponiendo.

Se repite mucho en tales circunstancias: “Año nuevo, vida nueva”. No podría decirse ni imaginarse cuántas personas se toman en serio ese dicho junto con la resolución de lograrlo como un reto o una meta.

La celebración de ese cambio en el tiempo se ve bien, incluso con el intercambio de regalos entre los miembros de la familia o con amigos, con abrazos y el deseo de otros parabienes que se dan en forma mutua. No podría o no se puede de hecho anticipar cómo nos hallará el próximo nuevo año, si  es que nos halla de pie en este planeta, o si estamos todavía con aliento pero hechos una calamidad. O a lo mejor, lo contrario: opulentos y dichosos. Eso sí, uno o lo otro, no es nada que el año nuevo nos traiga como regalo que nos manda Dios. El regalo o pescozón que le caiga a cada uno será obra de sus propias manos, de sus propias acciones. Nadie en la vida recibe el premio o castigo que es de otro.

No se puede decir tampoco que lo que le cae sobre la cabeza a alguien sea cuestión de carambola, del azar, de la buena o la mala suerte. Tales cosas no son tal. Hay que repetirlo: todo se da como mies de lo sembrado. Perogrullo. Lo que no es perogrullada es decir, que cada quien tiene su Año Nuevo personal, seccionado éste en partes, cada una con características propias que, hoy sí, pueden ser de beneficio o de riesgo para el cumpleañero. Y no es que sea por soplos angélicos o influjos de espíritus maléficos. Todo es efecto de la operación de las leyes cósmicas. Quien conoce y estudia estas leyes puede decirse que tiene en sus manos unas cartas de navegación, como las del marino. Éste nunca se hace a la mar a la deriva, con los ojos cerrados para ir a estrellarse contra los icebergs. Sabe dónde están los peligros y los vadea buscando el mejor paso para avanzar hacia su destino.

Si todas las personas ajustaran su quehacer, su trabajo, sus proyectos, sus inversiones al movimiento de las fuerzas cíclicas de la Naturaleza, podrían tener una buena perspectiva de los resultados y de las condiciones en que las encontrará el nuevo año próximo. Como habrían trabajado al ritmo de las características positivas, pueden confiar en proficientes resultados, en éxitos, en buenos beneficios, etc. Quienes por no saberlo lo hicieron con las características negativas, esperarían en vano buenos resultados.

Hay quienes, sin saberlo, inician un proyecto que se desarrolla favorablemente, siendo ello debido a que tocaron la tecla apropiada, la del bueno tono. Otros hay que son lo contrario y por más que le inviertan dinero y trabajen con tesón, no ven que el proyecto cristalice o prospere. No tocaron la tecla exacta sino un diapasón.

Como todo en la Naturaleza, la vida de los seres humanos, de todos los seres vivos en general, así como de las cosas y eventos que se dan en el marco natural, se desenvuelven y manifiestan en ciclos. Los que rigen en la Tierra y para sus habitantes, son los mismos que rigen en todas las galaxias y universos que hay. Y todo aquello tiene su pleamar y su baja mar. La sabiduría consiste en saber cuál es el momento de la pleamar para lanzarse sobre la cresta de las olas, para que su fuerza lo saque adelante. El común de las personas no acierta a aprovechar la marea alta y se zambulle en las arenas con la baja mar. Mucha gente ilustrada no tiene la sabiduría de los pobladores del campo, humildes y luchadores, que labran la tierra o se dedican a la pesca si están en las cercanías de lagos o el mar. Desde niños aprenden de sus padre la poderosa influencia que tiene la Luna sobre los cultivos o para los momentos de pesca, gracias a lo cual tienen por lo general buenos frutos.

Los antiguos fueron sabios y construyeron grandes civilizaciones porque estudiaban el Universo, la Naturaleza y asimismo tratar de comprender la voluntad de Dios. Al descubrir la operación de las leyes y sus influencias, las aprovechaban para que todo lo que hacían no fueran un fiasco, sino que tuvieran los resultados que esperaban. La ciencia, por su lado, ha venido paso a paso comprobando lo cierto de los conocimientos adquiridos y heredados por aquella gente. El caso de los egipcios es típico, como también el de los mayas, los incas o aztecas, para mencionar algunos.

Sin duda, en el futuro se hablará de los logros alcanzados por los investigadores modernos en los diversos campos del conocimiento. Se ve con el avance prodigioso en la tecnología médica, que ha ayudado a aumentar las expectativas de vida para todos nosotros los seres humanos y aún los hermanos menores, los animales. También los espectaculares progresos en el terreno de la energía nuclear, obviando su uso para armas de guerra. En cuanto a las vidas personales, pues, cada uno puede averiguar su propia carta de navegación para trazar su ruta y esperar resultados favorables y felices al llegar a cada año nuevo. Pero que no se dejen caer en la bobería de consultar los horóscopos, que son para engañar a los crédulos y amigos de las supercherías.

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