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El año que comienza

José M. Tojeira

Cuando comienza un nuevo año tendemos a llenarnos de buenos propósitos. En los dibujos de los periódicos se pinta con frecuencia un anciano que se retira, plagado de golpes y remiendos, mientras aparece caminando un niño tierno, rebosante de energía. Cada uno de ellos lleva el número del año correspondiente: el que se va y el que se viene. Sin embargo la realidad suele ser muy distinta. Continúan los mismos problemas, los mismos riesgos y las mismas vulnerabilidades. La vida no cambia si no hay esfuerzo, y los cambios sociales son con frecuencia más lentos que los cambios en la propia vida. Los errores del pasado perviven demasiado tiempo y la lucha contra ellos tiene que ser continua.

La disminución de la violencia física no ofrece garantía de seguir bajando si persiste la violencia verbal. Las leyes que exigen respeto a la mujer y castigan cualquier tipo de violencia contra ellas ayudan a ir superando el machismo, pero no lo eliminan ni lo destierran de la cultura. Y si el machismo permanece las formas de violencia contra la mujer se irán volviendo más sofisticadas. E incluso no faltarán mujeres que reproduzcan, contra varones o mujeres, nodos de actuar propios del machismo y del racismo. Al final, cualquiera que se sienta superior a otros, sea hombre o mujer, puede reproducir fácilmente actitudes semejantes a las machistas o las racistas.

Si queremos que realmente el año sea nuevo nos queda a todos un largo trabajo por delante que no debemos interrumpir a lo largo de los 365 días que pronto comenzaremos a llamar nuevos, para llamarlo viejos en Diciembre del año próximo. En un país donde se dialoga poco no llegaremos a establecer un verdadero diálogo en los campos más complejos del mismo, como el político, si no tenemos propuestas, las defendemos e insistimos continuamente en ellas.

En una sociedad que necesita justicia respecto a su presente y su pasado, difícilmente llegaremos a sentirnos satisfechos sin una ley de justicia transicional que sea fruto de acuerdos y reflexiones serias con las víctimas e, incluso, con los victimarios.

En una patria marcada por la desigualdad, la marginación y la pobreza será prácticamente imposible respetar la igual dignidad de la persona humana si no hay un cambio profundo tendiente a la fraternidad, aunque sea lento, en la mayoría de las personas.

Los cambios para bien pueden darse, y algunos se han ido dando paulatinamente en la sociedad salvadoreña. Pero hay que trabajarlos tanto personalmente como socialmente.

La capacidad autocrítica es una de las condiciones básicas para un cambio social. Quien se cree superior a los demás, desprecia a quienes considera inferiores y piensa solo en competir, él, ella o a favor de sus hijos, para sobresalir sobre los demás, será incapaz de realizar cambios, aunque crea que tiene las ideas lo suficientemente brillantes para convencer a otros. Y la capacidad de crítica social, especialmente frente a los abusos de los poderosos, sean estos del campo económico, social-cultural o político, resulta siempre y también indispensable.

Un filósofo contemporáneo decía que el cristiano, si es fiel al Evangelio, debería ser un ‘deconstructor irónico’ de las narrativas del poder. Porque el poder, siempre que se fija en sí mismo y se obsesiona por su sobrevivencia, se convierte en un perpetuador de diferencias injustas.

Desear que el año 2022 sea nuevo, tanto para las personas como para las sociedades, es positivo. Pero hay que desearlo para todos. Incluso para aquellos que no nos caen bien o piensan distinto de nosotros. No podemos caer en la hipocresía de las frase generales positivas y después maltratar a los migrantes, olvidar los pobres o alegrarnos con el dolor y el sufrimiento de los privados de libertad a quienes se les niega el derecho a la visita familiar. Decir que se merecen el castigo y no reconocer derechos básicos es continuar en lo más viejo del año viejo y de su podredumbre. El Papa Francisco en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz insiste en el diálogo intergeneracional, en el trabajo digno y en la educación de calidad para todos. Para nosotros sería un buen comienzo iniciar la construcción de novedad del año 2022 trabajando esos tres puntos.

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