Herbert Vaquerano
Así está aún escrito en el frontispicio
Instituto Nacional de Varones
el cual era un precipicio
para tantos “huevones”.
Hoy es la alcaldía de San Salvador
¡vaya cosas del destino!:
hallé la placa del fundador
y supe después el desatino:
La habían rescatado de la calle
y no me extrañé de quien
provenía este penoso detalle:
los que se oponen al público bien.
Y me nació al ver el muro anacrónico
una nostalgia casi melancólica
de un recuerdo de lo armónico
de la enseñanza sutil, eólica.
Tanto que amo el Instituto
desde niño analítico…
sea este poema tributo
de un recuerdo megalítico.
Noviembre de 2014.