Por Mauricio Vallejo Márquez
El arte surge como una respuesta a lo que sucede en nuestro entorno. Es una contrariedad o una queja a la existencia e incluso una imitación de lo que nos rodea.
Ninguna pieza artística surge del vacío, es labrada a partir de una idea, de la imitación de algún aspecto de la existencia que cobra sentido en la mente del creador hasta que al ser plasmada cobra vida.
Y a pesar de partir de una realidad existencia tendrá sus propias variantes que conformaran el estilo particular de cada autor.
Por ejemplo en las artes plásticas las imágenes parten de lo existente, sus formas, colores y tonos para formar cualquier otra composición que incluso parezca distante de la realidad, como se aprecia en la pintura abstracta, en donde la forma y los colores cobran protagonismo y no la expresividad de la línea, el rostro o el cuerpo.
En la literatura es una respuesta evidente al entorno, a lo que el individuo enfrenta dentro de la cotidianidad, que en su mayoría son acciones que traen descontento, dolor y queja. Se observan las tragedias que los seres humanos enfrentan en esta efímera vida, que para muchos resulta eterna.
Y vemos los poemas de desamor en los que los poetas le cantan al dolor de no tener al ser amado, ese temor de perderlo, esa terrible y temida incertidumbre que nos aqueja al no tener la certeza de ser correspondidos, se canta al dolor de ver nuestras sociedades roídas por la guerra, por la posguerra, por la delincuencia… se añora al héroe, al líder o figura que se muestra fuerte y contrario a la diferencia y al temor de activar de otras engrandeciéndolo al punto de mitificar imágenes. Y qué decir de las guerras, de la locura de ver la muerte como algo normal, pero no la muerte como ese hecho natural que llega con los años, sino esas muertes violentas que después son exhibidas como trofeos por los bandos en contienda o por el irracional placebo que motiva a algunos para existir.
A eso se le canta en gran manera, pero también surge el conflicto de la existencia, del vivir por vivir. Enfrentar el conflicto de la cotidianidad, el hermoso momento que se encuentra escondido en la simpleza de la vida moderna y que es claramente el condimento de la existencia. Esos detalles que observa el artista y logra desprenderos de los momentos efímeros que vivimos para transformarlos en palabras que dependiendo de su tratamiento pueden llegar a ser eternas y únicas.
Es entonces que esa respuesta al mundo y lo que sucede se termina transformando en otro mundo. Y se llega a sostener por si solo para luego involucrar a las personas que se acercan a este. Se hunden en los cuadros y sus figuras, se identifican con sus colores; quedan atrapados lo que dura una novela, en el verso de un poema, en fin en cada uno de los detalles que el buen artista logra comunicar en su respuesta a la existencia que luego podrá transformarse en otra respuesta e incluso en la respuesta de cada respuesta, porque el arte puede surgir también del arte mismo como lo demuestran innumerables, piezas que ha inspirado Schubert o de poemas que surgen de la figura de Cervantes en su inmortal Quijote, que aunque el tiempo pase siguen siendo material suficiente para que los creadores responden a esas respuestas.
Mtro. Mauricio Vallejo Márquez
Licenciado en Ciencias Jurídicas
Maestro en Docencia Universitaria
Escritor y editor
Coordinador Suplemento Cultural 3000
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