John M. Scott, medicine F.R.
De la Revista El Rosacruz, julio/septiembre de 1992
La Fuerza del Sol en un simple fósforo
Cuando la madera del fósforo era parte de un árbol, las hojas verdes que crecían en sus ramas atraparon la energía del Sol y la almacenaron en ellas. Al quemarse, el fósforo emite calor del sol que atraparon las hojas verdes hace muchísimos años y que almacenaron como energía en potencia, en espera del mágico momento en que usted había de liberar esa energía solar.
El carbón, el petróleo y el gas son como el fósforo. Contienen energía que obtuvieron del Sol. Cuando los pantanos y los bosques arcaicos estaban cubiertos de profundas capas de tierra, los árboles y las plantas que yacían bajo la tierra se convirtieron en carbón. El petróleo y el gas son los restos de los animales que alguna vez moraron en los viejos océanos, y que obtuvieron su energía de las plantas y de las algas marinas, que a su vez tomaron la energía del Sol. Cuando las profundas capas de tierra cubrieron a esos animales arcaicos, la presión de la tierra convirtió sus restos en petróleo y gas. Así, el carbón, el petróleo y el gas son regalos del Sol.
Cuando quemamos carbón, le prendemos fuego a los restos de bosques antiguos y liberamos la energía del Sol que estuvo encerrada en su interior durante miles de años. Por esta razón no es sorprendente que al carbón se le denomine “luz solar negra”.
Mire hacia arriba, hacia abajo, hacia todos los lados por todas partes hay indicios del Sol. La música que emite una cascada, las golondrinas que revolotean sobre una chimenea; los diez kilos de café que se toma usted durante un año, todo eso se debe a la energía del Sol.
No sólo nuestras vidas sino también nuestra forma de vida, depende del Sol. El carbón, el petróleo y el gas que han abastecido a nuestra civilización no son lo único que está hecho de plantas que adquirieron energía al transformar la luz solar; también el aire que mueve los molinos de viento se originó con el calentamiento desigual de nuestra atmósfera procedente del Sol.
La energía hidráulica depende de la lluvia que cae gracias al calor del Sol que evapora el agua de los océanos.
Según los cálculos astronómicos, nuestro Sol perdurará otros cinco mil millones de años en su estado actual como una estrella normal o de secuencia principal. Así que se puede pensar que la energía solar es interminable en lo que a nosotros respecta y nadie puede interrumpir nuestras importaciones de luz solar.
El Sol es muy generoso al generar su energía. Cada segundo emite al espacio más energía de la que el ser humano haya empleado desde los albores de la civilización. Entre una o dos millonésimas partes de la energía que irradia el Sol llega al planeta Tierra. En tres días, esa pequeña fracción de energía solar proporciona la misma cantidad de calor y luz que hay disponibles en todas nuestras reservas conocidas de carbón, petróleo y gas.
El Maravilloso espectáculo de la Luz Solar
El hermoso colorido que prevalece en el estado de Arizona se debe a esa estrella que brilla de día a la que llamamos Sol. Ni el Gran Cañón, ni el Monumento Nacional Organ Pipe Cactus, ni la Montaña de las Supersticiones emiten color alguno. Al pararse en una noche oscura a dos metros de distancia de un árbol de mezquite cuando las nubes se deslizan ocultando hasta la luz más tenue de las estrellas, es imposible ver las pequeñas florecillas amarillas que cubren al árbol. Las acacias, las caléndulas y otras florecillas del desierto también están cubiertas por la misma oscuridad. No se puede percibir la alfombra amarilla como el azafrán que tejen los diminutos plumeros dorados. El Jacinto delicado no se jacta de su hermoso todo lavanda, ni el búho agita su cabeza marrón.
En el momento en que aparece el Sol de la mañana como una cascada de luz por el Oriente del horizonte, se ve como si las montañas saltaran cubiertas de diferentes colores, y a muchos kilómetros de distancia se puede apreciar su belleza en el desierto.