Gloria Silvia Orellana
@Redacción CoLatino
“Sobre el autocuidado siempre estamos buscando acciones creativas y métodos para llegar con las mujeres y encontrarnos allí, hablando de sus preocupaciones, aspiraciones y trabajo”, explicó la ecofeminista Mariana Gutiérrez, quien integra la Asociación de Iniciativas Populares (DITSÖ), de origen costarricense.
La ecofeminista fue invitada por la Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES) al Diplomado “(In)Justicia Climática, Derechos Humanos e Interseccionalidades”, que aborda diversos temas sobre la crisis climática y el impacto en poblaciones vulnerables con énfasis en las mujeres. Mariana Gutiérrez consideró que estos procesos garantizan los derechos de las mujeres y cuenta con el apoyo de la comunidad.
DITSÖ es una organización social que acompaña a comunidades campesinas e indígenas en defensa del territorio, bienes comunes y el ecofeminismo, a fin de ampliar sus derechos humanos.
Sobre la experiencia costarricense, Mariana Gutiérrez afirmó que es de profunda importancia crear redes de mujeres y organizaciones defensoras de derechos humanos a nivel regional.
“Siempre que hay capacitaciones de mujeres en sus derechos, claro, a veces los hombres que dudan, porque existen los conflictos en la familia. Entonces, este tema del ecofeminismo se pensó mucho para llevarlos y abordarlo creativamente sin exponerlas o provocar un efecto de violencia contra ellas. En Costa Rica, a las compañeras se les ocurrió rotar talleres en casas de las mujeres de la comunidad”, dijo.
“Y si bien pudo ser una apuesta riesgosa, se logró una forma de interactuar con la familia, -aunque claro-, no podían escuchar todo el contenido, porque también abordamos temas privados de las mujeres y eso siempre se respetó”, comentó Gutiérrez.
Sobre ese proceso en las comunidades, Gutiérrez dijo que en su país esa experiencia generó cierta curiosidad al principio en los hombres, pero, al constatar que eran círculos de mujeres de su comunidad interactuando e intercambiando experiencias personales, terminaron por comprender que se trataba de un espacio de crecimiento individual y colectivo.
“Te digo, eran todas las mujeres reunidas en una de las casas de otra compañera, a todas las mujeres en donde no se mencionaba nada contra los hombres, y después porque esos espacios eran de desahogo las compañeras salían tranquilas, felices, riendose, el cuidado de un té relajantes naturales”, reseñó Gutiérrez.
De igual manera, señaló que no hablar de los cuidados y el autocuidado de las mujeres se debe a un trabajo estructural, a conveniencia e histórico que por siglos los pueblos y la organización de la sociedad ha validado como la regla y normalizado estos roles de mujeres y hombres. “Somos conscientes de como hemos heredado que los cuidos son un deber de la mujer, como una obligación. Y no se valora lo que realmente implica para sostener todo el sistema de vida, no solamente la casa también, cuidar a los hijos, cuidar de la persona que trabaja y también ayudar a que esta persona pueda ir a trabajar”, argumentó.
“Lamentablemente, no comprenden que no existiría la economía, si no existiera la red de cuidados que sostenemos las mujeres. Aunque, creo que lo hacen a conveniencia no reconocerlo”, dijo.
“Como sociedad debemos transformar nuestro imaginario. Y, claro, nosotras tenemos que empezar a ver este cambio. Sabemos que la reacción va a ser fuerte porque hay preguntas como: ¿quién va pagarnos estos cuidados?, ¿de dónde saldrá esa plata?, eso es lo que la gente piensa y allí debemos trabajar en redes de organizaciones y como defensoras de derechos humanos”, reiteró, Gutiérrez.