Oscar A. Fernández O.
El bebop es un género musical del jazz que se desarrolla en la década de los cuarenta del siglo pasado; cronológicamente sucede al swing y precede al cool o West coast jazz y al hard bop. Sus iniciadores fueron Dizzy Gillespie, rx Charlie Parker, Max Roach, Bud Powell y Thelonious Monk.Al llegar los años 40, el jazz se encontró musicalmente en un callejón sin salida. Muchos músicos estaban frustrados por las limitaciones que suponía tocar en grupos grandes (Big bands), y empezaron a buscar formas de expresión nuevas y originales.
La generación más joven del jazz, sobre todo Parker y Gillespie, optaron por reírse abiertamente de las normas. La respuesta de Gillespie al aburrimiento de la rutina del swing fue tocar a un ritmo furioso y llenar el breve solo que se le concedía en la orquesta con tantas ideas armónicas y melódicas como podía. (Berendt: 1986)
Por esta época ya ha saltado a la escena la influencia cubana, presidida por el trompetista Mario Bauzá, que había estado en los años 30 en la Big band de Chick Webb, y el conguero Chano Pozo, enrolado en la banda de Gillespie que, por aquellas fechas, aún no era un revolucionario.
El bop comienza a gestarse como consecuencia de la llegada a las orquestas de un gran número de músicos muy jóvenes, para sustituir a los que fueron movilizados durante la guerra. Muy pronto, las Big bands deben desintegrarse pues los circuitos comerciales se han hundido tras la guerra y resulta difícil mantener formaciones de tan gran tamaño. Como señalan Case y Britt, los músicos se dispersan en una infinidad de pequeños grupos que, obviamente, no pueden continuar con una música que exige grandes formaciones y, en consecuencia, están dispuestos a asumir cualquier propuesta, por muy radical que pareciese en ese momento.
Efectivamente, muchos de los músicos de talento que integraban estas orquestas traían inquietudes musicales que cada vez tenían menos cabida en ellas: deseaban expresarse sin las estrecheces de los precisos arreglos que conformaban los repertorios, y terminaron encontrando carentes de interés armónico las composiciones, estereotipados los ritmos y artificiosamente orientados al baile los fraseos melódicos. Pero no era fácil salir de ese engranaje: el dinero estaba en las orquestas, y donde estaba el dinero estaban las oportunidades de tocar. El bop sufrió inicialmente un profundo rechazo de la crítica jazzística (Ortiz Oderigo: 1952.) y, en ocasiones, de los propios músicos swingers, acusado de ser no-jazz. Sin embargo, la temática bop y la propia actitud de resistencia y rechazo cultural a la colonización de la música negra por la comercialidad, que conllevaba, lo acercan al blues y al jazz primitivo mucho más de lo que estuvo nunca el swing.
Muchos boppers se movían entre los que habían sido expulsados hasta los márgenes de la sociedad: poetas, homosexuales, artistas, traficantes de drogas y proxenetas. Muchos se describían a sí mismos como beats, un diminutivo de ‘beatitud’, los benditos oprimidos de la sociedad; el bebop tiene una estrecha relación con el movimiento literario estadounidense denominado Generación Beat. El bebop evolucionó a una gran velocidad, hasta el punto de que en unos pocos años se habían generado estilos derivados como el hard bop o el funky jazz. Esta creatividad fue posible gracias al entorno en el que se interpretaba. Músicos de diferentes grupos se reunían para tocar juntos en jam sessions o para enfrentarse en duelos musicales. Al tocar juntos, los músicos compartían entre ellos sus conocimientos musicales y su lenguaje, lo que permitía que la música siguiera evolucionando.
El bebop es la forma musical que dio origen a lo que se entiende por jazz moderno, frente al jazz clásico que se desarrolló hasta los años treinta. Resulta curioso que, aunque se trate de una pieza esencial en el desarrollo del jazz, el bebop sea un estilo tan relativamente poco visitado por los aficionados actuales. Pero lo cierto es que una gran mayoría de nosotros no llegamos, cuando realizamos incursiones históricas en la discografía del jazz moderno, a los años cuarenta, y preferimos en cambio profundizar en la obra de músicos posteriores como Bill Evans, John Coltrane, Jackie McLean, Wayne Shorter, Horace SIlver, Lee Morgan, etc… que florecieron en las décadas de los cincuenta y sesenta. (R. Arribas: 2010) Se da la curiosa circunstancia de que, a pesar de los años transcurridos, a pesar de que las innovaciones exploradas por los boppers han sido plenamente asumidas y superadas, hoy muchos aficionados pueden sentirse intimidados por las grabaciones de Charlie Parker o Bud Powell, exactamente igual que se sentían los aficionados de entonces. Quizá esto se debe al carácter seco y poco arreglado de estas grabaciones: el bebop se caracterizó entre otras cosas por una ruptura radical con la florida miel que empapaba muchas grabaciones de las orquestas de swing a finales de los años treinta y primeros cuarenta, lo que le llevó a un despojo tal que obliga al oyente a centrase desde el primer compás en el corazón de la música.
Pero el bebop no es un invento de unos cuántos trasnochadores: el bebop era una evolución coherente del swing del que los boppers ansiaban alejarse. Sus modelos eran fundamentalmente las bandas procedentes de Kansas City (con la de Count Basie a la cabeza) y sus arreglos enérgicos y poco refinados, que dejaban a los músicos mucho más espacio que las sofisticadas maquinarias de Ellington, Goodman, etc., y músicos como Coleman Hawkins, Lester Young, Roy Eldridge, Art Tatum o Charlie Christian, que llevaban algún tiempo buscando nuevas formas expresivas que los boppers investigarían a fondo. Hasta la próxima.
http://www.youtube.com/watch?v=MGbLRaaqrCc