Arístides Espinoza
historias de misterio
Narrativa, mitología de Cuscatlan
Cantón Haciendita, Suchitoto, El Salvador, 1960
Sobre la pared poniente que formaba parte de los muros de adobe que rodeaban el patio interior de la hacienda La Asunción, que era semejante a una mini plaza militar española, en ciertas noches de luna llena se aparecía un perro negro que segundos antes anunciada su presencia con un fuerte, agudo y lejano silbido.
Entonces como salido del mismo telón de la noche, se aparecía Itzcluintley que en lengua Nahuat significa amor. El cadejo parecido a perro domestico que trascendía el plano mitológico, este animal que no solo acompañaba a su amo en vida sino después de su muerte por las regiones del inframundo. El Cadejo cuya figura permanece retenida en los misterios de la noche y se aparecía a eso de las 9:00 p.m. No entraba como otro animal por el portón de madera que a esa hora permanecía cerrado y daba acceso al camino vecinal que conduce a Suchitoto. Lo hacia por aire entre un giro vertiginoso del tiempo y una ecuación trigonométrica de un vuelo que realizaba en mili segundos y entonces se veía la silueta de un perro negro y grande. Mostrando sus ojos rojos como brazas se movía de un lado a otro con suma ligereza y de un segundo a otro, desaparecía aquí y aparecía allá entre un aullar de perros naturales; estornudos de bestias mulares, pillar orquestado de las aves de corral que dormían en las ramas de los arboles, el crujir de los maderos del casco de la hacienda vieja y como si se tratara de la estancia de un sortilegio sus silbido se escuchaban en la lejanía, Así, sin recursos para atrapar la leyenda y el mito bajo el terror escénico como lo observaba en compañía de mis primos desde el corredor sur de la vieja casa, a una distancia de 30 metros, no tan cerca como se le aparece al tunante, el caminante nocturno solitario y sin compararlo con Cerbero; el perro de tres cabezas, guardián del Hades. El cadejo casi erradicado de nuestro suelo por los avances de la civilización; a pesar de todo esta presente y tarde o temprano alguien volverá a escuchar su silbidos agudos y ver su silueta aparecer bajo el telón de la noche.
El Cadejo
¡Perro negro de la noche negro signo,
que no ladra como el perro conocido,
no es de perro natural su gran silbido
se aparece como espíritu maligno!
¡El reloj de un lejano campanario,
marca el paso de la hora y del espanto,
se levanta del misterio el negro manto
y aparece el CADEJO solitario!
¡Otros perros en su aullar ven la silueta!
¡Y la noche en el suspenso queda muda,
Y una bestia mular que estornuda!
¡Pilla el ave de corral, pilla inquieta,
Y lo ve el caminante en su camino
cuando escucha su silbar potente y fino!
¡Así en Cuscatlán marca la meta,
El folklor nacional del pueblo viejo,
que se adorna con el mito del Cadejo.
THE MYTHICAL NIGH BLACK DOG
THIS FIGURE IS TAKING FROM Mezo America myth. The night dog calling El Cadejo, the only canine in the world that in such a facultative way, emited a powerful whisle to scare any person, villages and brave person during the dark hours when it appears not similar The Cerbero, The hell dog, the guardian of Hedes kindown.
EL Cadejo far beyond any domestic dog according the Nathua´t culture is the only one who accompany the man after death in the other life, in to the infra world of shadows as is. Itzcluintley que en lengua Nahuat significa amor,