París / AFP
Marlowe Hodd
Desde Portugal hasta California, gigantescos incendios están devorando docenas de miles de hectáreas de bosques, un fenómeno que podrían agravarse con el calentamiento global, advierten científicos.
Otros factores, como la mala gestión de los bosques o la construcción de viviendas cerca de estos espacios verdes alimentan el problema. «El paciente ya estaba enfermo», afirma David Bowman, profesor de la Universidad de Tasmania, en Australia, y especialista de los incendios forestales. «Pero el cambio climático es el catalizador».
– Condiciones ideales para un incendio –
Un clima cálido, seco y ventoso favorecen los incendios forestales. Por lo que no es una sorpresa que las regiones devastadas por los incendios son aquellas donde las temperaturas y las sequías están aumentando como resultado del calentamiento global.
«El cambio climático, además de traer aire más seco y caliente, crea ecosistemas más inflamables al aumentar la tasa de evaporación y la frecuencia de las sequías», explica Christopher Williams de la Universidad Clark en Massachusetts.
El sur de Francia y Portugal han registrado varios episodios de sequía en los últimos 20 años. Antes se producía uno cada 100 años.
– Combustible –
«Estos años de sequía extrema o repetida, más numerosos que en el pasado, crean una gran cantidad de biomasa seca» con árboles y arbustos muertos, señala Michel Vennetier, ingeniero e investigador del Instituto Nacional de Investigación en Ciencia y Tecnología para el medio ambiente y la agricultura (Irstea). «Es un combustible ideal».
– Cambio en la vegetación –
Para empeorar las cosas, se están desarrollando especies mejor adaptadas a condiciones semiáridas. En las áreas mediterráneas, la naturaleza del sotobosque cambia. «Las plantas a las que les gusta la humedad desaparecen y son remplazadas por otras plantas que soportan mejor la sequía, como el romero, el tomillo, la lavanda silvestre, que son más inflamables», dice Michel Vennetier.
– Plantas sedientas –
Con el aumento del mercurio y menores precipitaciones, las raíces de los arbustos y de los árboles bombearán agua más profundamente en el suelo. Como consecuencia de ello, ya no existe la tierra húmeda que podría haber ralentizado un incendio forestal.
– Una temporada seca más larga –
En las zonas templadas del hemisferio norte, la temporada de incendios se limitaba tradicionalmente a julio y agosto. Actualmente, puede extenderse de junio a octubre en la cuenca mediterránea. En California, los expertos estiman que ahora los incendios forestales pueden iniciarse en cualquier momento del año.
– Vientos –
El clima en América del Norte y Eurasia depende fuertemente de los vientos en altitud –la corriente en chorro– producida por la diferencia de temperaturas entra las zonas polares y ecuatoriales. Pero el calentamiento global, el aumento de las temperaturas en el Ártico, debilita estas corrientes.
Las consecuencia son «más eventos meteorológicos extremos» causados por corrientes de aire descendentes, que se calientan y secan», explica Mike Flannigan, profesor de la Universidad de Alberta en Canadá.
– Incendios más poderosos –
El cambio climático aumenta la probabilidad de incendios forestales, pero también su intensidad. «Si los incendios se vuelven demasiado fuertes, como es el caso actualmente en California y como vimos en Grecia hace unas semanas, no hay medidas que puedan detenerlos directamente», estima Mike Flannigan. «Es como escupir en una fogata» para extinguirla, agrega.
– Más rayos –
Un clima más seco se traduce en un aumento de rayos y de posibles incendios. Sin embargo, es importante recalcar que el 95% de los incendios siguen siendo de origen humano.
– Círculo vicioso –
Los bosques son gigantescos sumideros de carbono, que almacenan alrededor del 45% de carbono en todo el mundo. Cuando se queman, parte del carbono se libera a la atmósfera, lo que contribuye al calentamiento global.