Carlos Girón S.
El calor de altas temperaturas que estamos sufriendo en muchas partes –que incluye el deshielo desde hace años de grandes témpanos y glaciares en los polos Norte y Sur-, es la más contundente demostración del dramático cambio del clima en nuestro planeta, que pone en alto riesgo las cosechas de los sembrados y en general la vida silvestre y animal, incluidos nosotros los seres humanos. Estamos padeciendo ya estragos tal vez peores que los que ocasionaría una guerra nuclear. Podemos entonces esperar que lleguen las hambrunas y las enfermedades a causa del intenso calor, que lo primero que produce es deshidratación, de lo cual se derivan varias dolencias. Pero, lo peor es que el calor no solo sofoca, sino que también atonta y vuelve torpe e idiota a mucha gente.
Se ha descubierto que bajo un intenso calor la mente se desacelera en los procesos de pensar, como si las neuronas del cerebro se adormecieran. A las personas cuyo trabajo habitual es de razonar y meditar mucho, les cuesta más tomar decisiones.
Neurocientíficos de Harvard han comprobado que el calor del verano no nos ayuda precisamente a pensar mejor. Un estudio de dicha universidad revela que el calor ralentiza (desacelera) un 13% nuestro cerebro. A medida que el termómetro se eleva, disminuye nuestra capacidad para afrontar las tareas cotidianas. Es una relación inversamente proporcional. A muchas personas les cuesta un esfuerzo enorme realizar las actividades diarias cuando hay calor durante los días sofocantes.
Los investigadores reclutaron a 44 personas, la mitad de las cuales vivía en una casa con aire acondicionado. Las sometieron a un test para evaluar sus capacidades cognitivas a penas se levantaban. Los resultados no dieron lugar a dudas: las personas que durmieron sin ningún tipo de climatización, expuestas al calor, obtuvieron puntuaciones peores. Exactamente, su tiempo de reacción se redujo en un 13,4% y sus habilidades cognitivas disminuyeron un 13,3%.
Estas personas se sometieron a las pruebas en pleno verano, durante un período de 12 días, cinco de los cuales fueron afectados por una intensa ola de calor. Sin embargo, lo interesante es que los efectos del calor se mantuvieron luego de que el calor desapareciera, una media de 48 horas más.
Otro estudio realizado en Oregon también demostró que el calor es uno de los principales enemigos de nuestra inteligencia. Esto –a nuestro entender- tal vez explicaría el porqué en países helados, como los nórdicos, frente a los ecuatorianos o más próximos al ecuador terrestre, con climas tórridos, hay o nacen individuos con un mejor IQ –índice de inteligencia-, surgiendo grandes inventores, artistas, humanistas y demás, incluidos los genios, cosa que –lamentablemente- no suele verse por nuestras regiones.
Lo que no es raro por aquí es ver –y en abundancia- gente torpe, pasmada, abúlica, lo que se acentúa con los calores exagerados que todos estamos sufriendo hoy en día como consecuencia del cambio climático –en lo que todos tenemos -por muchas razones- un buen grado de responsabilidad. En otro momento consideraremos con detalle este punto.
En nuestro país, de acuerdo con lo expuesto por los investigadores de Harvard, podría ser la razón de lo que hemos visto en estos días: que por varias semanas hemos tenido una Corte Suprema de Justicia acéfala. Los padrastros de la Patria, que, aparentemente, por retardo mental, no han tenido la capacidad de ponerse de acuerdo para elegir a los magistrados de la misma. Por su culpa, entonces, la administración de justicia en las más altas instancias se ha entrampado.
Al mismo entorpecimiento mental puede atribuirse el hecho de que los diputados derechistas en la Asamblea Legislativa no hayan podido o querido aprobar la Ley General de Agua, por no tener el alcance de ver con claridad los beneficios que representará para la población, y los daños que le ocasionaría al aprobar otro proyecto con dedicatoria para las embotelladoras del precioso líquido -un don de Dios para todos, no solo para grupos privilegiados como los que lo comercializan.
El calor, ciertamente, ha alcanzado niveles exorbitantes, tal que está provocando aquí graves trastornos mentales en ciertas gentes que no se detienen en sus ambiciones desmesuradas, como esa de querer apropiarse de lo que es de todos los salvadoreños. Es en el campo de la política partidista donde andan algunos con el disparate, la locura de querer hacer de El Salvador, ¡“un nuevo país”!… “No, no es fácil imaginar qué quieren decir, qué pretenden con semejante descabellada pensada. Querer “inventar un nuevo país”… eso lo ve la gente sensata y cuerda como una solemne estupidez. Lo es el querer suplantar el papel de los patricios fundadores de nuestra República, que sentaron las bases de su desarrollo futuro, su progreso fruto, fruto del cual ahora nos beneficiamos todos los salvadoreños en nuestras vidas. Hacer “un nuevo país” sería echar abajo todo eso que tenemos, poner la Patria patas para arriba, echar a la basura las conquistas y progreso que han acarreado a miles de compatriotas los programas sociales de los dos últimos gobiernos, pese a las increíbles torpezas que cometió el de Funes –quien, como sus antecesores— se dedicó a robar a manos llenas, él, su familia y sus allegados, por lo cual, tristemente, están pagando caro.
Pobre de ellos. Sin duda fueron afectados también por los grandes calores que ya se barruntaban.
Con esos efectos del cambio climático hay que rogar que el cielo inspire a la humanidad para que emprenda las acciones justas y necesarias para evitar el colapso final y que los individuos sigan cometiendo sus malvadas fechorías… o que desistan de sus torcidas intenciones y promesas que desde ya se puede decir que son falsas.