Iosu Perales
Con mucha frecuencia política y ética ni se encuentran ni se reconocen. A la corrupción económica se suman otras variantes como el incumplimiento de promesas electorales, buy cialis la gestión opaca, drugstore la manipulación y la demagogia, hospital la apropiación de las instituciones para prevaricar, defraudar, hacer favores, fortalecer el clientelismo, y capturar la democracia. Es por eso que cuando un partido político y un liderazgo como el de Sánchez Cerén, se revelan como honestos, transparentes, fieles a sus electores y al pueblo, dan verdaderas ganas de celebrarlo y proclamar a los cuatro vientos que si son posibles otros partidos y otros liderazgos.
Conozco a Salvador desde hace más de dos décadas y puedo decir de él, como de otros dirigentes del FMLN, que lo que más me ha impactado siempre es su forma de entender y practicar la vida y la política: con austeridad, con honradez. Formas de estar en el mundo basadas en las convicciones de conciencia, ateniéndose a principios sólidos, fuertes, a ideales de justicia, de igualdad, de solidaridad. Son pilares de una personalidad en la que pueden confiar los sectores sociales desfavorecidos, pero también los acomodados socialmente, porque todos pueden estar seguros de que cumplirá su promesa de servicio y nunca de servirse de la política.
Sin lugar a dudas, Sánchez Cerén es el presidente que necesita el país en un momento en que es necesaria la reconciliación de la sociedad con las instituciones, con la administración, con la actividad política. Muchas décadas ha vivido el pueblo salvadoreño soportando en el poder a quienes ven en el Estado un botín que robar. Es imprescindible que siguiendo la buena estela del Gobierno del Cambio que ya acaba su mandato, el pueblo soberano pueda tener como Gobierno uno que sea ejemplo de integridad y limpieza. Más aún cuando estamos viviendo el caso Francisco Flores, toda una metáfora de la forma de gobierno de la derecha de la caverna.
En su visión de lo que debe ser El Salvador, Sánchez Cerén, como gran reformador social, ha puesto siempre en el centro a las personas. No a los mercados, ni a los medios de producción, ni siquiera a la economía, sino a las vidas de los hombres y mujeres que forman la nación. Su forma de ser encaja muy bien en una famosa frase de Mario Benedetti: “Todo es según el dolor con que se mire”. Por eso puede decirse de él que está ahí para recordar al mundo que la gente y no la producción es lo primero. Es por eso que en el núcleo de su propuesta, el Buen Vivir, está la defensa innegociable del derecho a la vida digna, de la vida de todos, de todas las vidas. Sánchez Cerén defiende la posibilidad de que todos y todas sus compatriotas puedan realizar la plena potencialidad de la vida humana, accediendo a la educación, al conocimiento, a la asistencia sanitaria, a la vivienda, a la tierra, al empleo, a la seguridad en las calles.
El proyecto del Buen Vivir del que es portador el candidato del FMLN, conlleva un estilo de vida, dando relevancia a los comportamientos individuales. Es algo esencial cuando reconocemos que la ética no trata solamente de deberes o virtudes, sino que también de modelos de sujeto y de modos de vida. No se trata de ser héroes, pero si personas coherentes, leales, austeras, gente de palabra y de compromiso. Es lo que un autor nicaragüense llamó “La insurrección de la conciencia” al abordar el problema de ¿qué clase de vida nos parece mejor para las personas? Esta es la gran pregunta que se encuentra en la base de la política de la vida. La respuesta pasa necesariamente por querer ser uno mismo como aquello que quiere como objetivo general para todo el país. Y es que defender una teoría social de cómo debe ser la sociedad y practicar justamente lo contrario no tiene credibilidad. Por el contrario, tratar de llevar a cabo en la vida personal aquello que se defiende como meta es lo que otorga credibilidad y confianza. Salvador Sánchez Cerén vive como piensa y esa es su enorme virtud, la que hace que mucha gente del pueblo reconozca en su estilo de vida una plena coherencia con sus ideas.
El mundo en que desarrollamos nuestras vidas es con frecuencia un mundo negador de la vida, invivible, dada la violencia estructural del modelo económico imperante, excluyente. Lo bueno de Sánchez Cerén es que con su lucha y su ejemplo nos dice: “Dejemos el pesimismo para tiempos mejores”. Y desde esa actitud nos invita a acompañarlo para transformar la realidad. Es un gesto que inspira confianza, ilusión, y alimenta la idea de que es posible caminar unidos, como en el himno de la Unidad Popular, haciendo posible lo que Ernesto Sábato nos prometió una vez: “El hombre y la mujer sólo caben en la utopía”. Este camino lo haremos si siguiendo la huella de Sánchez Cerén bajamos de los discursos al roce del cuerpo a cuerpo, al sentimiento compartido que es el pilar de una cultura solidaria que nos permite colocarnos en el lugar de los empobrecidos, empatizar con ellos, estar-con-ellos en su sufrimiento y buscar su felicidad como la nuestra propia.
Pero quiero revelar un secreto que ya es secreto a voces: En el modo de ser de Salvador Sánchez Cerén tiene mucho que ver su esposa Margarita. La acabo de ver un video en el que dice: “No quiero que me llamen Primera Dama, quiero que me llamen Margarita. Soy sencillamente Margarita”.