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El Chele y la maestra

EL CHELE Y LA MAESTRA

Myrna de Escobar,
Escritora

Como un reguero de pólvora el comentario incendió la sala de maestros. Olía a misterio tanto secretismo cuando de la coordinadora se trataba. Todos los sabían, menos ella, pero… ¿cómo saberlo?
Su estrategia, incuestionable, funcionó. Cuido de zona. — pensó— y lo hizo.

Al principio el murmullo era imperceptible hasta que unos cipotes de tercer ciclo mencionaron lo de la maestra y el Chele. Azuzó el oído para escuchar, pero de nuevo, sabía poco.

—-Hey, majes. Ya se dieron cuenta del chambre. La maitra de inglés anda con todo con el Chele.
—Ya nos contó que bueno está el bolado con la profe. ¡quién la mira!
—Él dice que ya se la cogió y hasta la preñó.
—¿En serioooo? ¡Ya la cago ese maje porque no se va a graduar si se enteran en la dirección!
—El cabrón tiene feria y no se va a joder por un embarazo. Allá ella si no la supo hacer.
—Si, verdá, las mujeres son tontas. No se cuidan.

Cuando creyó haber escuchado todo, la mujer entendió que se trataba de la nueva maestra y decidió llamarla para tomar juntas un café e indagar si sabía de los rumores en los pasillos. Aunque compartieron juntas el receso en torno a unos catálogos de belleza, ella negó todo y la plática termino fría como el café recién llevado a la mesa. El timbre sonó.

A la semana siguiente el rumor llegó a la dirección. El Chele de bachillerato no había llegado al colegio y la maestra se reportó indispuesta de salud. El director interrogó a la coordinadora inquiriendo si sabía de ella. — Es muy eficiente en el idioma y en sus responsabilidades— se atrevió a comentar.
Al dejar el pabellón de oficinas el rumor la alcanzó hasta los talleres.

—El Chele se bajó a la profe— comentaban los alumnos entre aplausos y carcajadas—Hasta que la presencia de la jefa les llevó a guardar silencio.
—Hey men, cerrá el hocico que ay viene la maitra.
—¡Churros! ¡Charros! — dijeron otros con malicia.
—Dicen que lo va abortar antes que se dé cuenta el marido.
—¿Cuál marido, si él está en los Yunais?
—¿No que se está divorciando?
—¡Aquél me contó que ya lo abortó!
—¡Dicen que está herida del corazón!
—¡Pobre la ticher, si el Chele no se enamora!
—Esa maitra es una cualquiera. Ya decía yo, esa pelazón con el chele iba tener consecuencias.
—Te imaginas cuando el cura se entere de que su alumno estrella se eclipsó con la ticher.
—Ya se jodió. — Concluyeron.

Tal confesión así descrita debe ser reportada. — pensó la mujer— callarlo me vuelve cómplice de una atrocidad. Llamó por teléfono a la maestra y una menor contestó la llamada.

—Mamá tiene fiebre. — dijo entre llanto.

El chele era único en todo el cole. Ojos grandes y azules y de absoluta presencia, de buena familia y gran intelecto. Así lo describían los maestros. Estaba muy devoto en misa y era generoso, era buenísimo en basket y una maravilla en Mate.

—¡Podrá parecer muy chistosito, pero a mí me late que es un fanfarrón!
—Si te oyera el director… ¿sabes dónde vas a ir a parar? Se murmuraba en la Sala de Maestros.

Al llamado de más trabajo y menos platica, la discusión termino. Era hora de empezar la jornada.
Dos días pasaron y una avalancha de desconcierto se advertía por doquier. La maestra debía ser sustituida. La jefa pensó cómo de ser cierto los rumores afectaría a la menor del teléfono. Ella era una madre soltera, en proceso de divorcio, lo cual tornaba compleja la decisión, pero como en toda institución educativa, las relaciones entre maestros y alumnos no deben sobrepasar los límites eminentemente educativos.

Tres días después la maestra apareció. Tenía ojeras y hablaba quedito. Aceptó su relación con el alumno y el aborto, también. Suplicó no perder su trabajo lo cual era inadmisible para cualquiera en la institución. ¿Y qué decir del Padre Rector?

—Perdóneme, Padre, pero me enamoré de nuevo.
—… su voz se quebró. La tensión en su mirada era inconfundible y añadió,
—No espero que lo entienda. — continuó— mientras el cura le indicaba la puerta de salida.

Recogió el cheque y sus libros con lágrimas de rabia y desesperación y dejó la institución. Los maestros celebraron la decisión. La coordinadora lamento mucho lo vergonzoso del asunto y la vio marcharse con tristeza e indignación, así como llegó, tan necesitada y con un proceso de divorcio.

El colegio contrató una nueva ticher y el asunto no se volvió a mencionar por órdenes de las autoridades de la institución católica. El alumno recibió su título y se graduó con honores, a pesar de.

—Ella fue la resbalosa — decía el director — mientras admiraba satisfecho el retrato del Chele en el cuadro de honor.
Cinco años más tarde, y desde otra posición encontré en una capacitación a la maestra en cuestión. Nos saludamos. Se veía muy bien y entre risas y bromas se alegró del incidente del cole. Sin preguntarle siquiera me narró que había superado un cáncer de útero y vivía feliz con su hija. Se había vuelto a casar. Disipado el impase y el impacto de verla como toda una profesional de la docencia, empezó el entrenamiento.

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