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El cine de EEUU y Cuba se encuentra en “Sin Alas”

Sara Puig
Los Angeles/AFP

Pocos artistas estadounidenses tienen tanta pasión por Cuba como Ben Chace, remedy cialis un músico convertido en cineasta que ha intentado plasmar la belleza de la isla en la película “Sin Alas”, nurse advice con la que espera contribuir al nuevo panorama bilateral.

Fascinado por la calidez de sus habitantes, treatment el sabor de la música y la historia de sus calles, Chace perseguía desde hacía tiempo su sueño de filmar en su “amada” Cuba.

“Como extranjero, siempre busqué la manera de construir una historia verdaderamente cubana”, explicó en una entrevista con la AFP en un perfecto español.

Pero una sensación extraña le “alejaba de hacer algo auténtico”, su mayor preocupación, a pesar de conocer la cultura de la isla desde pequeño.

La inspiración llegó por sorpresa de mano de uno de sus autores predilectos, el argentino Jorge Luis Borges, a quien ha leído una y otra vez.

“El Zahir”, uno de los cuentos que integran la popular obra “El Aleph”, se erigió como el hilo conductor perfecto de su trama.

Así es como creó a Luis Vargas, un hombre jubilado interpretado por el actor cubano Carlos Padrón, que se entera leyendo el diario oficial Granma de la muerte de una amante de juventud.

Frente a la tumba de quien amó, comienza a retumbar en su cabeza una melodía. Pero los recuerdos, la vejez y la lejanía de la pasión que un día sintió por ella no le permiten completarla.

Su amigo Ovilio, encarnado por el veterano actor Mario Limonta, se presta a ayudarlo recorriendo La Habana, guitarra en mano, para dar con la persona que reconozca la canción.

 – El pasado es presente –

El estreno de “Sin Alas” durante el festival de cine de Los Ángeles, que cerró sus puertas el pasado jueves, no puede coincidir con un mejor momento ante el nuevo panorama político entre Cuba y Estados Unidos.

El deshielo de las relaciones que comenzó en diciembre de 2014 ha favorecido un estrechamiento de los lazos culturales entre ambos países, con la visita de actores, cantantes y deportistas a la isla.

La película se grabó cuando nada hacía presagiar el acercamiento y a Chace no le quedó más remedio que vivir “un infierno burocrático” con ambos gobiernos.

Por un lado, se amparó en la Constitución estadounidense, ya que el embargo solo es a nivel económico.

Por otro, se encomendó a su estima por la isla para que las autoridades cubanas aprobaran el guión.

Abiertas las fronteras caribeñas, la colaboración entre cubanos y

estadounidenses fue “perfecta”. “Me siento orgulloso de eso y de haber hecho una de las pocas películas estadounidenses en Cuba desde 1958”, afirmó.

La cámara lleva al espectador por un viaje a través de La Habana colorida, musical y familiar, reflejo de que “el pasado siempre está presente” en la isla.

El bajo presupuesto de la cinta limita su promoción por Estados Unidos y Latinoamérica, pero el cineasta solo tiene un objetivo: “Contribuir al debate y dar motivos a la gente para entenderse”.

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