Mauricio Vallejo Márquez
coordinador
Suplemento Tres mil
Julio siempre representó un mes difícil en mi familia. Un sábado cuatro de julio de 1981 a las 10:45 de la mañana desaparecieron a mi papá, Edgar Mauricio Vallejo Marroquín, en las cercanías de la UCA. Y sólo sabemos que se lo llevaron con rumbo a La Ceiba y desde entonces sólo tenemos teorías y la incertidumbre absoluta. Mi mamá creo que es valiente, porque justo una semana después de que capturan a mi papá dejan a una mujer muerta, con evidentes señales de tortura, en una calle de San Pedro Perulapán. La mujer se llamaba Patricia Guadalupe Márquez Cantor. Coincidía con mi mamá en sus nombres y el primer apellido, la única diferencia es que mi mamá es Márquez Motto. Sin embargo, a pesar de esas cosas mi mamá decidió vivir la guerra acá, con la esperanza de encontrar a mi papá o al menos saber de su paradero o de su muerto. Esas cosas que quedan vacías y en latencia cuando hay un desaparecido.
Mi mamá gastó la herencia que le dejó mi bisabuelo buscando, investigando. Pero, todo ese dinero terminó en los bolsillos de esos hombres corruptos que solo buscaban sus intereses personales.
Mi abuela Josefina un día nos dio el libro El Perfil del Prófugo de Horacio Castellanos Moya, en el se hablaba del caso de un joven con las mismas características que mi papá, el cual había sido ajusticiado por traidor por la misma organización con la que mi papá colaboraba. En ese momento nos pareció una locura, pero sabiendo que existen casos como el de Roque Dalton, la duda se hizo fuerte. Lo curioso del asunto es que cada vez que intenté preguntarle a Horacio, él decidió ignorarme. A diferencia de su amigo Miguel Huezo Mixco con el que un día nos sentamos a conversar para que al final de la reunión quedara un signo mayor de interrogación.
Hay tantas cosas de la historia de mi papá que me parecen curiosas. Siendo un escritor que publicaba con frecuencia en las páginas literarias y que gozaba de cierto prestigio, ¿por qué razón es silenciado por el gobierno de esos años, por sus coetáneos.
En tanto el caso de mi papá solo es uno de tantos acontecidos en la guerra. Pero es el único escritor que es capturado y desaparecido del que se desconoce todo lo que aconteció a partir de su captura. La gran mayoría cayeron en combate, como Alfonso Hernández, Rigoberto Góngora, Amílcar Colocho y Amada Libertad, o se tiene más información de lo que les sucedió, como pasa con Arquímidez Cruz y Roque Dalton, que aún hay mucho qué aclarar de sus casos.
Una lección que he aprendido de estos 36 cuatro de julios que he vivido, es que el odio es un mal consejero y que a la mayoría le da lo mismo que se esclarezcan estos hechos.Pero, si guardamos silencio haremos lo mismo que hacen las personas que no denuncian a los criminales que ahora asolan nuestro país. No debemos guardar silencio.