Francisco Javier Bautista
La historia de Nicaragua ha estado marcada por el “paso codiciado”, pilule determinado por su privilegiada posición geográfica, discount el lago y sus ríos, recipe que unen los dos océanos, desde la llegada de Gil González (1523), desde que Diego Machuca y Alonso Calero exploraron el río San Juan (1529) o Desaguadero del lago, desde Pedrarias (1528-1531),… estuvo el interés de España, sumado después el de Francia, Inglaterra, Alemania, Japón y Estados Unidos… Y ahora el de la República Popular de China, segunda potencia económica y primera en el comercio mundial, la Federación Rusa, superpotencia emergente y otros…
El escritor venezolano Nicomedes Zuloaga (1949) publicó la novela “Epitafio para un filibustero, el paso codiciado de William Walker” (mayo, 1989) en donde, desde la propia voz de Walker, explora la historia, su vida y convicción para justificar sus acciones: “Yo, William Walker, acusado de pirata, filibustero y asesino he decidido escribir esta obra sui géneris… Tenía esperanzas que, con el tiempo, Centroamérica comprendiera mis deseos… Deseo darle descanso a mi alma y salvar quizás a mis soldados que viven todavía en la sangre indómita de los nicaragüenses…”. Siguiendo las mismas pautas de la obra anterior, el diplomático español León de la Torre (1969) publica “Yo, William Walker” (junio 2014). El escritor y economista nicaragüense Francisco Mayorga publicó “El filatelista” (mayo 2014), que desde la acuciosa investigación histórica, combina una historia de amor con el pasado y el presente del proyectado canal interoceánico, es una especie de historia política de Nicaragua desde la filatelia; el relato se refiere a “la famosa estampilla de 1900 con el volcán Momotombo humeante”, evidencia de que el territorio nicaragüense tenía actividad volcánica, la que fue utilizada como “argumento central” por los senadores estadounidenses que defendían la ruta por Panamá. El agente francés Philippe Bunau-Varilla se encargó que fuera el punto final en contra del tránsito por Nicaragua en 1902. Estas publicaciones coinciden con el reciente interés que la vieja ruta ha despertado y que pone al país en la vista mundial. Si el proyecto concluye, Nicaragua tendrá una posición relevante en la geopolítica y geoeconomía del mundo.
La historia nacional no se explica sin el “ansiado canal”, la presencia de William Walker (Nashivelle, 1824 – Trujillo, Honduras, 1860) y las dramática consecuencias de sus actos, fueron motivadas por la “ruta del tránsito”, la movilización de los ejércitos de la Región y la beligerancia de Costa Rica en la segunda mitad del siglo XIX, fue ante la amenaza filibustera en el Istmo… En 2006 se cumplieron 150 años de la Guerra Nacional en Centroamérica, en la que participaron, entre otros, los generales Joaquín Solares (Guatemala, falleció en Masaya), Florencio Xatruch (Honduras), Ramón Belloso (El Salvador) y José Rafael Mora (Costa Rica). Las intervenciones, condicionamientos y tratados, no estuvieron ajenos a esta condición.
Ahora, que el Canal se perfila como proyecto concreto y que se ha otorgado una concesión del Estado de Nicaragua (Asamblea Nacional, “Contrato de Concesión Maestro”, 13/6/2013) a una empresa China (promotora del proyecto: HKND Group, presidente Sr. Wang Jing), vuelve el tema a la agenda nacional e internacional, generando grandes expectativas, desconfianzas y esperanzas, es un acontecimiento que sin duda, tendrá impacto en la Región, cambiará el rumbo de la historia: la Nicaragua de antes del canal, la que conocemos, y la Nicaragua de después, la que apenas suponemos; serán distintas.
La ruta (4) anunciada (de las seis alternativas iniciales) en Managua (7/7/2014), se extiende 278 kilómetros en territorio nicaragüense (105 kms. sobre el Lago de Nicaragua), entra por el Caribe (desembocadura del río Punta Gorda) y sale en el Pacífico (desembocadura del río Brito – río Tule), sin pasar por el río San Juan.
Una pregunta común en casi cualquier espacio nacional e internacional, social, político y económico, es: “¿Se hará realmente el canal?” Pienso que: i) si hay una necesidad del comercio y la economía mundial para construirlo, ii) si esa necesidad no se puede resolver de otra manera, iii) si existe interés de una o varias potencias mundiales o grupos económicos beligerantes en financiarlo, y iv) si el canal tiene factibilidad técnica y económica, se hará, ahora o más tarde, el gobierno nacional, ante esa necesidad, está obligado a aprovechar con inteligencia y cautela la oportunidad que se abre, a montarse en el requerimiento que el desarrollo económico-comercial global plantea (también tiene un interés de seguridad) y tratar en lo posible, de minimizar los riesgos y obtener los mejores y más duraderos beneficios posibles para el país, en condiciones sostenibles.
Sin duda, negocio es negocio, quienes inviertan conocimiento, gestión, tecnología y dinero en el país, para este megaproyecto, sean estados o corporaciones privadas, quieren ganar, obtener garantías de su inversión y el máximo beneficio, eso es normal en el capitalismo contemporáneo que nos condiciona y envuelve. El sector privado nacional y regional seguramente buscará colarse en las rendijas para participar y beneficiarse, es una oportunidad de empleo que generará riqueza, ojalá se distribuya con equidad. ¿Cómo Nicaragua puede preservar sus intereses nacionales en medio de las perspectivas de utilidad económica que los inversionistas buscan y las potencias mundiales pretenden? He allí la pregunta que habrá que responder desde nuestra realidad.
“Si lo sueñas, es posible”, dice el conocido lema de Walt Disney. Nicaragua y los nicaragüenses, hemos vivido soñando con el canal desde que tenemos memoria histórica, otra vez el sueño vuelve a quitarnos el sueño, ojala sea posible, apostemos a que se haga realidad, con responsabilidad y confianza. Nos falta información, dinero, competencias y conocimiento para hacerlo, otros necesariamente tendrán que venir a diseñarlo y ponerlo en marcha, es un riesgo, siempre traer a otros implica riesgo, hay que ceder soberanía y otorgar garantías, nosotros no podremos hacerlo nunca solos, aunque debemos minimizar los peligros y reducir los daños potenciales (medio ambientales, políticos, sociales, etc.), que ineludiblemente, en un proyecto de esa magnitud, con la cantidad de recursos técnicos y financieros que demanda (cuarenta mil millones de dólares: 3.6 veces el PIB de Nicaragua de 2013) y la enorme movilización y empleo de personas (nacionales y extranjeros) que implica, siempre van a existir.
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