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El Collasuyo se extendió a todos los nueve departamentos de Bolivia

Isaac Bigio
Analista Internacional

Quien hoy usurpa la presidencia de facto de Bolivia es alguien quien desconoce la historia de su país (Bolivia) y de su región (Beni).

Desde hace al menos dos décadas atrás viene dándose un consenso entre los académicos que investigan sobre el Incario, en sentido de que este imperio se extendió total o parcialmente a todos los nueve departamentos de Bolivia (La Paz, Pando, Beni, Santa Cruz, Oruro, Cochabamba, Chuquisaca, Potosí y Tarija), así como a la antigua región del litoral que hoy forma parte del territorio chileno de Antofagasta.

De todas las actuales seis repúblicas que hoy tienen zonas donde antes estuvo el Tahuantinsuyo y hay restos del camino inca Qapac Naño (Chile, Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia), Bolivia es el único Estado donde territorios de todos sus departamentos llegaron a estar dentro de tal imperio.

En cambio, hay evidencias en sentido que los incas hubieran conquistado partes del departamento más grande del Perú (Loreto), así como a varias provincias del oriente ecuatoriano, a casi toda Colombia al norte de Pasto, al sur de Chile y al grueso de Argentina.

COLLASUYO

Esta era la región sureña y más amplia geográficamente en la que se dividía este imperio de las cuatro regiones (Tahuantinsuyo en quechua). Este partía desde Cuzco y abarcaba el departamento de Puno en Perú, Bolivia, el norte de Chile, Santiago de Chile y el noroeste de Argentina.

Se han encontrado claras evidencias que los incas dominaron todo el río Madre de Dios, incluyendo sus zonas adyacentes en el departamento boliviano del Beni. Grandes especialistas como Martí Parssinen o el profesor Terence D’Altroy han corroborado ello. Este último publicó en 2003 el célebre libro “Los Incas” donde habla de ello y muestra un mapa donde se detalla ello.

Según este último mapa y varias teorías recientes se piensa que los incas también muy posiblemente llegaron a dominar todo el río Beni, Trinidad (la actual capital departamento de Beni) e incluso San Joaquín. Jeanine Añez proviene de estas zonas.   

De acuerdo al gran lingüista Rolando Cerrón Palomino nombres como Manco Cápac y Cuzco, así como el de muchos ríos, lagos, cerros y pueblos al sur de lo que fuese la gran capital inca, reflejan la marca del idioma puquina. Este último fue uno originario de Bolivia, sobre el cual se estructuró la gran civilización Tiahuanaco y luego fue la lengua originaria de la etnia inca que llegó desde el lago Titicaca hasta el Cuzco donde antes se hablaba originariamente el aymara.

En conversaciones que he tenido con él, dicho profesor cree que es posible que esta lengua esté emparentada o relacionada con la gran familia de idiomas arahuacos que se originaron en la Amazonía. De allí que es posible que los incas, los collas y los tiawanacotas tuviesen raíces en el oriente.

Cada vez se descubre más y más una gran civilización hidráulica pre-inca que existió en Beni y en los otros dos departamentos del oriente boliviano, así como en las zonas contiguas de Brasil.

Hoy se viene descubriendo que la selva amazónica no es prístina sino que fue un jardín cultivado en el cual vivieron grandes civilizaciones que inventaron la tierra más fértil que haya creado la humanidad (“Terra preta dos indios”), y que construyeron mega-ciudades que se basaban en pueblos circulares interconectados por amplias carreteras.

Los incas se relacionaron con esos pueblos y es muy posible que incluso hayan llegado a navegar todo el Amazonas y a extenderse a territorios que hoy conforman el Brasil. Ya se ha verificado la existencia de un camino que partía de Sao Paulo y de todos los departamentos del sur brasileño hacia Paraguay y el Cuzco. Por este último (llamado Piabirú) llegó en 1524-25 Alejo García al mando de la primera expedición española que quiso conquistar a los incas y llegó a estar compuesta por 2,000 socios militares guaraníes.

Este intento de realizar la primera conquista europea sobre el Incario fue aplastado por soldados de quienes descienden hoy “collas” y “cambas”. Ellos lo hicieron en zonas de lo que hoy conforman el departamento de Santa Cruz y que entonces eran parte del Collasuyo.

CAMBAS Y COLLAS

En las tierras bajas del oriente boliviano existe una tendencia a identificarse como “cambas” en contraposición a los “collas” del altiplano occidental. Diversos sectores ligados a Juan Fernando Camacho, el actual líder del Comité Cívico pro Santa Cruz, como es el de la Unión de Juventudes Cruceñistas, suelen promover una supuesta superioridad racial o cultural de los cambas en relación a los collas.

Además de ser eso erróneo desde el punto de vista de los derechos humanos y de la igualdad entre todas las razas, también lo es desde el punto de vista histórico. En todos los tres departamentos “cambas” hay grandes territorios a donde se extendía el Collasuyo inca. De otro lado, gran parte de los habitantes de esas tierras provienen del occidente boliviano.

El término “camba” puede que provenga de alguna etnia amazónica (tal como en el Perú también se identifica a algunos pueblos de su selva central como “campas”).

Otra interpretación es la del escritor boliviano Ramón Rocha Monroy. Según él este término significa “gente de color negro”. Este podría provenir de un vocablo guaraní o africano bantú que trajeron los esclavos angolanos que llegaron a las minas de Potosí y a los yungas. En varias liturgias de dicha región se refiere a Baltazar, el rey mago negro, como santo Cambá.

Hoy, paradójicamente, los que hablan de crear una “nación camba” son mestizos o personas de tez blanca o blanquecina que desprecian la herencia indígena del oeste boliviano.

La gente del oriente boliviano habla un español con un acento muy diferente al del oeste boliviano y guarda similitudes con el de los paraguayos, quienes son el único pueblo mestizo latinoamericano que en su gran mayoría ha adoptado un idioma amerindio (como es el guaraní).

Todos los cambas habitan departamentos que llegaron a tener territorios que fueron parte de la región colla del Incario, sus ancestros tienen también orígenes indígenas y su gentilicio significa “gente negra”.

Si hay alguien que proviene del oriente camba que quiere representar a toda Bolivia está en la obligación de hacerle recordar a todos los bolivianos, de todos sus nueve departamentos que ellos deben sentir orgullo de haber pertenecido al Collasuyo y al Incario, el único imperio del mundo que hasta hace menos de cinco siglos logró tener una extensión vertical de más de 3,000 kilómetros y fue responsable de una de las más desarrolladas redes camineras y construcciones antisísmicas de entonces. En consecuencia, también debería fomentar el uso de la wiphala en todos los rincones del país.

Hasta antes de llegar a palacio quemado y de verse obligada a buscar no seguir provocando a los pueblos originarios, Añez nunca promovió a la wiphala (a la cual abiertamente despreció). Esta bandera originaria tampoco se verá presente en las concentraciones que Camacho hace en Santa Cruz. Más bien, sus seguidores han sido vistos arriando la wiphala de edificios públicos, quemándola o recortándola de los uniformes policiales.

La represión a la wiphala ha hecho que esta vaya apareciendo en numerosas manifestaciones de masas a lo largo y ancho de Latinoamérica, y ahora apunte a convertirse en una bandera no solo del Collasuyo sino de todos aquellos que reivindican las raíces indígenas de las Américas.

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