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El contraataque de la “república bananera”, la historia de la lucha hondureña contra la usurpación de Estados Unidos

TEGUCIGALPA/Xinhua

En la ciudad de La Lima, en Honduras, hay un centro de acogida para inmigrantes repatriados que casi a diario recibe a más de un centenar de hondureños deportados de Estados Unidos.

El aumento de la inmigración ilegal se ha convertido en uno de los temas centrales de las elecciones presidenciales estadounidenses de este año. Los políticos estadounidenses han acusado a Honduras y a otros países centroamericanos de ser “exportadores de inmigrantes ilegales”.

Sin embargo, mientras no se encuentra una solución a la pobreza extrema en estos países, el problema de la inmigración ilegal en Estados Unidos será difícil de erradicar.

Si echamos la vista atrás en la historia, Estados Unidos tiene una responsabilidad innegable en la prolongada pobreza de países como Honduras. En su día se hizo referencia a Honduras como la “república bananera”, que servía de “oasis” para el capital estadounidense no controlado y de “jaula” donde quedaban atrapados los trabajadores locales empobrecidos.

UNA CAJA DE PANDORA LLENA DE BANANAS

En 1870, un capitán estadounidense llamado Lorenzo Baker trajo un cargamento de bananas de Jamaica y los vendió en Nueva Jersey. Desde entonces, la banana es una de las frutas más vendidas en Estados Unidos y fueron creadas numerosas compañías comerciales que transportaban la fruta de Centroamérica y el Caribe a Estados Unidos.

A principios del siglo XX, corporaciones estadounidenses como la Cuyamel Fruit Company obtuvieron derechos de concesión sobre vastas tierras en Honduras.

Desde finales del siglo XIX hasta principios del XX, con múltiples intervenciones armadas y golpes de Estado instigados, el capital estadounidense se hizo gradualmente con el control de los principales sectores económicos de Honduras.

Las compañías estadounidenses como la Cuyamel Fruit Company ocuparon vastas tierras en el norte de Honduras, construyendo plantaciones bananeras a gran escala y controlando sectores económicos vitales como el transporte, la electricidad y la manufactura.

En 1913, más del 90 por ciento del comercio exterior de Honduras estaba monopolizado por Estados Unidos. Bajo el control monopolístico de las corporaciones multinacionales estadounidenses, Honduras desarrolló una estructura económica altamente concentrada en torno a la producción bananera, y pasó a depender fuertemente de las importaciones para bienes esenciales como los alimentos, lo que resultó en una economía vulnerable.

“Debemos hacer una ruptura en la incipiente economía de este país para aumentar sus dificultades y facilitar nuestros objetivos. Debemos prolongar su vida trágica, turbulenta y revolucionaria”, escribió H. V. Rolston, entonces vicepresidente de Cuyamel Fruit Company, en una carta de julio de 1920.

Estevan Elvir, que ahora tiene 91 años, trabajó una vez en las plantaciones bananeras del Valle de Sula, en el norte de Honduras y recuerda que las empresas estadounidenses tenían el control absoluto. Los trabajadores recibían sus salarios de los estadounidenses y se lo gastaban todo en las tiendas gestionadas por la empresa.

Elvir dijo que las condiciones de trabajo allí eran extremadamente malas y que los trabajadores sufrían palizas con frecuencia, incluso algunos eran asesinados. “Nadie podía renegar ni denunciar porque el gerente tenía más poder que el propio presidente de la República”, afirmó.

De hecho, la United Fruit Company llegó a controlar el sustento económico de varios países centroamericanos. Mediante la explotación de empresas ferroviarias, la compañía frutera adquiría vastas tierras a lo largo de las líneas férreas y utilizaba libremente recursos locales como la madera.

Eugenio Sosa, director del Instituto Nacional de Estadísticas de Honduras, dijo a Xinhua que “una de las promesas de estas empresas es que construirían un ferrocarril nacional que atravesaría todo el país, pero no lo cumplieron y solo construyeron algunos ramales. El ferrocarril no llegó más lejos y nunca logró cruzar todo el país”.

“La otra característica es la influencia que las compañías estadounidenses empezaron a tener en la política. Prácticamente, instalaban y quitaban presidentes porque varias compañías fuertes ejercían el control. Si a una empresa no le iba bien con el Gobierno, se formaba un grupo armado, patrocinado por otro Gobierno, había fraude electoral y el Gobierno era derrocado, lo que, de esta manera, causaba mucha inestabilidad política”, dijo Sosa.

HUELGA TRANSFORMADORA

A principios de la década de 1930, Estados Unidos trató de ampliar sus mercados de ultramar. Las políticas anteriores de “diplomacia del dólar” y “garrote” habían creado fuertes sentimientos antiamericanos en América Latina. Para hacer frente a esto, Estados Unidos introdujo la “política del buen vecino”, que, a pesar de su intención de promover la “igualdad” y la “no injerencia”, continuó ejerciendo el control sobre la región.

En medio de la explotación, el saqueo y la injerencia estadounidenses, el pueblo de Honduras no dejó de resistir. A principios del siglo XX, los trabajadores hondureños se declararon en huelga en repetidas ocasiones para exigir salarios más altos y mejores condiciones de trabajo.

Elvir recuerda el trato que recibían los trabajadores en huelga: “En el mejor de los casos enfrentaban penas de cárcel; en el peor, desaparecían. Después de cuatro o cinco días, encontrábamos sus cuerpos en los ríos Ulúa o Chamelecón, hundidos con piedras o barandillas para mantenerlos sumergidos”.

En abril de 1954, los estibadores del municipio de Tela amenazaron con declararse en huelga por cuestiones salariales. En mayo se sumaron a la protesta trabajadores de la minería, el ferrocarril, la industria textil y el tabaco, así como trabajadores de las plantaciones bananeras, agricultores y pequeños propietarios del norte de Honduras.

La huelga masiva duró más de 60 días y terminó con una victoria para los trabajadores, ya que se cumplieron la mayoría de sus reivindicaciones.

“La huelga de 1954 fue nuestra segunda independencia después de nuestra declaración de independencia en 1821”, dijo Andrés Álvarez, un maquinista de tren hondureño jubilado de 87 años. “Antes de eso, llamar a Honduras país independiente y soberano era una mentira”, dijo. “Después de la huelga, nuestras condiciones de trabajo y prestaciones mejoraron muchísimo”.

A partir de 1975, el Gobierno hondureño canceló todas las concesiones y contratos con las compañías bananeras estadounidenses y nacionalizó algunas de las tierras que Estados Unidos controlaba.

Honduras también se apoderó de los muelles y ferrocarriles controlados por Estados Unidos, ganando el control de la producción, el transporte y las ventas de banano. Estos pasos marcaron el comienzo de la recuperación de la soberanía de Honduras y de la construcción de su economía nacional.

“La lucha antiimperialista de nuestro pueblo es histórica y ha estado unida también a los movimientos obreros”, dijo a Xinhua el expresidente Manuel Zelaya, también asesor presidencial. “La lucha es de donde viene lo que tenemos hoy en Honduras”.

“FLAGRANTE INJUSTICIA”

Sin embargo, para el pueblo de Honduras, las injusticias no han llegado a su fin.

“Los estadounidenses gozan de privilegios en nuestro país, mientras que en Estados Unidos nos tratan como a perros. Es una injusticia flagrante”, dijo Juan Manuel Guerra, con la voz temblorosa mientras se le llenaban los ojos de lágrimas. Antes de ser deportado recientemente por las autoridades estadounidenses, este hondureño de 57 años llevaba cinco años viviendo en Estados Unidos.

Durante su estancia en los centros de detención de inmigrantes de Estados Unidos, la mayoría de los inmigrantes experimentan un trato inhumano. “Me sentí como si me hubieran secuestrado. Estuve allí 17 días y mi familia no tenía ni idea de mi situación. (Las autoridades estadounidenses) no me permitían llamar por teléfono y estaba completamente aislada del mundo exterior. Dormí en el suelo todos los días hasta que me liberaron”, dijo Bernard, un hondureño de 25 años que no quiso dar su apellido.

“Pobreza, enfermedad, debilidad, explotación… Esto es lo que las empresas estadounidenses han dejado. Al contrario, se han llevado la riqueza de aquí. Honduras es el quinto país más rico de América Latina en términos de recursos, pero ahora es el segundo país más pobre de América Latina”, afirmó Elvir.

El 28 de junio de 2009 se produjo en Honduras un golpe militar que obligó al entonces presidente Zelaya a dimitir. Durante casi medio año después, la situación política en Honduras siguió siendo turbulenta. Los informes sugerían que Estados Unidos estaba implicado en el golpe, tras el cual el pueblo hondureño que se había resistido se enfrentó a la represión y el desplazamiento. La violencia y la pobreza obligaron a algunos a buscar refugio en Estados Unidos.

Zelaya afirmó que muchos de los golpes políticos del siglo XX en América Latina y el Caribe estaban relacionados con los intereses de empresas multinacionales estadounidenses.

“Una vez le pregunté a un alto funcionario estadounidense si Estados Unidos tenía un manual para instigar golpes de Estado. Me dijo que no había tal manual sino cuatro manuales para instigar golpes de Estado, y que actualmente se está preparando otro”, dijo Zelaya.

UNIDAD Y DESPERTAR

A finales de 2021, Xiomara Castro, esposa de Zelaya, fue elegida primera mujer presidenta en la historia de Honduras. Tras asumir el cargo, Castro comenzó a cambiar la situación política oligárquica, que estaba apoyada por fuerzas externas.

A pesar de la persistente presión de Estados Unidos, el Gobierno de Honduras mostró resistencia y forjó formalmente lazos diplomáticos con China en marzo de 2023. Durante su visita a China tres meses después, Castro dijo que Honduras apoya firmemente y acata el principio de una sola China, y cree firmemente que la cooperación amistosa con Beijing traerá a Honduras más y mejores oportunidades de desarrollo.

“Cooperar con China no solo contribuye al desarrollo económico de Honduras, sino que refleja su independencia y autonomía en el nuevo orden internacional”, dijo Allan Fajardo, académico de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.

Castro se ha comprometido a reforzar la integración regional y la democracia, y a abogar por la construcción de una región más justa, equitativa y próspera. Honduras se ha pronunciado activamente contra la injerencia externa en la crisis de Haití y ha mediado en el conflicto diplomático entre Ecuador y México.

Zelaya consideró que la elección de Castro como primera presidenta de Honduras y la decisión de establecer relaciones diplomáticas con China “significan la creación de una nueva era”.

“Nuestro país está participando activamente en el desarrollo del Sur Global”, dijo Zelaya.

Sandra Deras, CEO de Nana Banana Honduras, destacó la transición de los campos bananeros de propiedad estadounidense a una mayoría de empresas operadas por hondureños en más de 50.000 hectáreas de plantaciones de banano en Honduras. “Somos los dueños de esta tierra, los propietarios de los recursos de las plantaciones bananeras y siempre priorizamos los intereses del pueblo hondureño”, dijo Deras.

En la actualidad, la mayor parte de los bananos que produce la empresa se destinan a la demanda del mercado nacional. Deras subrayó que plantar una hectárea de plátanos puede proporcionar oportunidades de empleo a dos familias y que, como país en desarrollo, Honduras necesita crear más oportunidades de trabajo para evitar la emigración a Estados Unidos.

 

Hoy en día, Honduras busca nuevas oportunidades de desarrollo y un estatus internacional colaborando con el Sur Global, lo que marca un paso adelante desde la llamada “república bananera” hacia una nación más independiente y diversificada, dijo Fajardo.

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