Buenos Aires/dpa
Tras una edición con más lluvia y barro que dunas y con demasiadas pistas rápidas, mind el rally Dakar aspira a recuperar para 2017 la mística del desierto en una edición que tendrá por noveno año consecutivo a Sudamérica como escenario.
Mientras avanzan las conversaciones para un posible Dakar en la región sur de África en el mediano plazo, los organizadores buscan ahora confirmar el regreso de Chile y su desierto de Atacama para la próxima edición.
“Estamos en negociaciones con diversos países. Primero realizaremos una evaluación con Argentina y Bolivia, que fueron los participantes de esta edición. Y mantenemos conversaciones con Chile, Paraguay, Brasil, Uruguay, Ecuador y Colombia para futuras ediciones”, anticipó el director de Amaury Sports Organisation (ASO), Etienne Lavigne.
Chile renunció temprano a participar este año por la tragedia climatológica que sufrió en el norte del país. Lavigne está decidido a recuperarlo e incluso sueña con el podio de salida sobre el Pacífico, tras un 2016 con la mayoría de las etapas concentradas en Argentina y sólo tres etapas en Bolivia.
El clima dejó en tanto su sello, con un enorme impacto del fenómeno de “El Niño” en la competencia, un factor que escapa de todo control para las planificaciones futuras. Intensas tormentas, inundaciones, ríos crecidos y una ola de calor agobiante obligaron a suspender una etapa y recortar varias especiales.
Los más experimentados pilotos y los constructores no disimularon sus críticas al recorrido del Dakar que culminó el sábado en la ciudad de Rosario.
Unos señalaron que pareció más una ruta del Campeonato Mundial de Rally (WRC) que el habitual desafío dakariano, mientras algunos equipos debieron realizar cambios de última hora a los vehículos, preparados originalmente para largas trayectorias sobre arena.
“Alguien podría caer en la equivocación de decir que fue un Dakar fácil, pero no ha sido así. El 64 por ciento de los participantes fue capaz de llegar al final, mientras que en 2013, cuando se largó desde Perú y terminó en Chile, el porcentaje de arribos fue del 67 por ciento. Es decir, la estadística demuestra que fue un Dakar duro”, advirtió el español Marc Coma, director deportivo de la prueba, en una entrevista con la agencia dpa.
Los resultados sorprendieron. El legendario piloto francés Stéphane Peterhansel se alzó con su duodécimo título en el Dakar, el primero con Peugeot que apostó a la innovación de su 2008 DKR 16 luego de una frustrada primera incursión el año anterior. Así, un buggy volvió a ganar por primera vez en diez años, tras cuatro años de reinado de MINI.
“Nos han dado un bofetón fuerte en la cara, hay que despertar y el año que viene volveremos más fuerte”, reconoció el español Nani Roma, ganador en 2014 y sexto este año con MINI.
Esta edición ratificó en tanto la migración de exitosos pilotos del WRC al Dakar, con la llegada del nueve veces campeón de rally Sébastien Loeb, que empezó la competencia intratable ganando varias etapas con su Peugeot, hasta que un violento vuelco en la octava etapa en localidad argentina de Belén le hizo perder el liderato y finalizó noveno.
También se multiplicó la llegada de motociclistas de enduro, sedientos por ocupar un lugar en una categoría que busca nuevos referentes luego de una década dominada por Coma y Cyril Després y en la que el australiano Toby Price se llevó el primer puesto. La amplia participación de pilotos de la región es otro de los atractivos que mantiene a los organizadores del mítico Dakar un año más en tierras sudamericanas.