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EL DERECHO HUMANO A LA ALIMENTACIÓN

Licenciada Norma Guevara de Ramirios

“Toda persona tiene derecho a una nutrición adecuada, que le asegure la posibilidad de gozar del más alto nivel de desarrollo físico, emocional e intelectual”.

La derecha se ha negado a ratificar una reforma a la Constitución que establezca el derecho humano a la alimentación; la anterior legislatura, dominada por el partido Nuevas Ideas, se negó a realizar este cambio y, en las anteriores, los partidos de derecha negaron igualmente esa posibilidad.

Es importante reconocer este derecho en los principales cuerpos normativos de los países, porque es una manera de obligar a los Estados a tomar medidas y definir políticas que ayuden a asegurar que sus habitantes coman adecuadamente, y todos.

Como la mayor parte de la humanidad vive bajo la desigualdad que genera el sistema capitalista dominante, son esos organismos supranacionales, como los asociados a la ONU, los que se dedican a brindar estudios y recomendaciones para atender esta vital necesidad del género humano.

Y ya, antes de la crisis alimentaria que estamos padeciendo en El Salvador, habían advertido que, en este año, cerca de una quinta parte de nuestra población tendría necesidad de apoyo para alimentarse.

Otros organismos estudiaron antes, también, cómo afecta la carestía, la insuficiencia económica a las mujeres, a la población rural y a la niñez, de modo que se sabía, y los gobernantes no pueden negarlo, que casi una quinta parte de población come un tiempo menos, come menos que antes.

Sin apoyo a la producción, sin subsidios a los más pobres, este problema de la carencia de capacidad de alimentarse adecuadamente es imposible resolverlo, y aquí hay una responsabilidad del actual gobierno de abandono al agro, a la ganadería, en beneficio de las importaciones de alimentos.

De manera que un problema estructural, de tan grande dimensión, es imposible resolverlo con propaganda o amenazas a comerciantes; se requiere que las entidades estatales siempre cumplan sus mandatos de vigilar diferentes aspectos relacionados a la producción, comercialización, importación de alimentos.

Y ha ocurrido que durante los cinco años anteriores se abandonaron políticas que debían haberse mantenido, como la producción de semillas de frijol y maíz por cooperativas salvadoreñas, para entregarlas a campesinos pequeños que producen la mayor parte de esos granos esenciales para el consumo nacional.

Se abandonó el apoyo a la piscicultura, que había crecido en su producción y consumo (hay datos oficiales que los comprueban y no cito por el espacio).

Se abandonó la dotación de leche fluida, producida por ganaderos salvadoreños y comprada por el Estado para apoyar la alimentación de los escolares, y otros abandonos más.

Además, las entidades como la Defensoría del Consumidor no han jugado su papel, que sí lo hicieron en anteriores gestiones; existe registro de devoluciones a consumidores por faltas a la ley, la gente confiaba y se quejaba y una gran parte de ciudadanos obtuvo la justicia que buscaba.

Por qué recordar estas cosas, porque aun haciendo bastante para proteger capacidad adquisitiva y aumento de oferta de alimentos, era insuficiente, se debía avanzar, porque el peor problema de desarrollo de nuestros países es el abandono de buenas prácticas por caprichos políticos, cuando cambia el signo político de un gobierno.

La destrucción de institucionalidad y la inclinación para favorecer a un segmento comercial importador de alimentos es, a la larga, uno de los agravantes de la crisis que recién estamos viviendo.

Sería injusto negar el impacto de las afectaciones climáticas, gremios como CAMPO han demostrado las pérdidas de cosechas con la esperanza de tener apoyo del Estado sin la respuesta adecuada, las organizaciones no gubernamentales que defienden el derecho a la alimentación, también han publicado los impactos en sectores rurales, con seriedad y responsabilidad, que no ha sido tomada en serio por los gobernantes.

Es bueno tomar conciencia de que el problema de altos precios, imposibles de contener por las amenazas del gobierno de turno, seguirán estrangulando la capacidad de alimentarse de grandes sectores de nuestra población. Eso a pesar de que los centros comerciales estén llenos y tangan jugosas ganancias.

El centro de lo estatal, en la salud, en la educación pública y en las políticas de apoyo a una necesidad que nos afecta, como la necesidad de comer los tres tiempos, está en que debe beneficiar a la colectividad, independientemente de los problemas propios del sistema.

Insistir en el derecho humano a la alimentación será tomado, una y otra vez, como ocurrió en los años anteriores, por las organizaciones sociales en las que existe vínculo con la gente, estudios serios e información de entidades supranacionales.  Es hora de que los funcionarios abandonen su interés de resolver los problemas con propaganda y tomen en serio las soluciones que la sociedad merece y necesita.

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