Lourdes Argueta
Comisión Política FMLN
Este domingo inició la campaña electoral de diputados y diputadas a la Asamblea Legislativa, en la que se disputa por parte del oficialismo el control absoluto de dicho órgano del Estado, para mantener una bancada supeditada al mandato supremo de la Presidencia, como ha funcionado hasta este día, y con la que ha logrado la aprobación expedita de proyectos de ley o endeudamiento para el país, que han ameritado profundidad en el análisis para medir el impacto o consecuencias en el ámbito político, económico o social; sin embargo, es cuando menos debate legislativo ha existido.
Aunado a lo anterior, es de subrayar el papel que han jugado los partidos satélites al oficialismo, que se han limitado a devengar su salario, apegados a una agenda legislativa dirigida desde casa presidencial, lo cual deja en evidencia que estos políticos no tienen nada que proponer ni sobre que legislar en el presente ni próximo periodo legislativo. Esa es una forma de parasitar del Estado y seguir fomentando la política del clientelismo y otras desviaciones éticas y morales.
En el espectro más amplio de la oposición, nos encontramos la representación política con menor incidencia en el recinto legislativo, debido a la correlación numérica y a la que el oficialismo evade y excluye, por la incapacidad de debate en contenido y forma de sus diputados, que dejan en evidencia la charlatanería y lo único en que se han especializado: apretar botones de aprobación de lo que le ordenan.
Esta condición del momento en el que confluimos diferentes expresiones políticas en la misma cancha de la oposición no significa que seamos o representemos lo mismo, como trata de establecerlo el oficialismo para deslegitimar los argumentos con los que se contrarrestan los planteamientos superficiales, superfluos y chantajistas, con los que mantienen de manera conveniente una agenda mediática que le baja nivel al debate político para distraer o desviar la atención de los problemas reales sobre los que el pueblo debe estar informado y tener opinión.
Lo paradójico es que, en el falso discurso de la bancada oficialista, las decisiones legislativas lo hacen en nombre del pueblo, cuando todo lo hacen al margen de la gente. Esa es una muestra más de la charlatanería que deteriora la frágil representación política e institucional en el país, como expresión de la crisis de una democracia de elites, que se impone, aísla y margina a la sociedad de los espacios de debate y toma de decisiones.
Una de las principales características del oficialismo enquistado en el ejecutivo, la Asamblea Legislativa y demás instituciones que dominan, es la falta de transparencia y rendición de cuentas, así como la obstaculización al acceso de la información, por lo que es mucho pedir que tengan una actuación transparente, porque todo ocultan y declaran en reserva, gobiernan en la oscuridad para los intereses de un grupo, altamente cuestionado por la agresión sistemática a derechos y garantías fundamentales.
Justamente esta semana, Amnistía Internacional ha presentado una investigación que expone lo que hemos estado denunciando, en relación con el debilitamiento institucional, injerencia sobre el poder judicial, la alteración arbitraria en el proceso penal, la ineficiencia y desinterés en las investigaciones frente a las violaciones de derechos humanos cometidas por agentes estatales.
Todos esos aspectos son parte de actual contexto electoral, que plantea mayores desafíos frente a un proceso desigual y alterado, en el que es apremiante romper la mayoría calificada del oficialismo en la Asamblea Legislativa, para frenar el avance y consolidación de la estrategia de concentración de poder y recursos económicos.
Como FMLN contamos con un contingente de hombres, mujeres y jóvenes que asumen el compromiso de disputar en cada departamento más escaños legislativos, a partir de una agenda representativa de los temas de mayor interés nacional, y en interrelación directa en las comunidades y sectores sociales, acompañados con el trabajo de nuestros militantes, a quienes hago un merecido reconocimiento por su ímpetu y claridad de lucha.