Por Fredis Pereira
Máster en Administración y Gerencia Pública
El control es un elemento esencial de la administración según las leyes que regulan el funcionamiento institucional, pero la administración irracional de autoridades de la Universidad de El Salvador (UES) (se caracteriza por el descontrol, que se esconde detrás de la autonomía universitaria y la reserva de información.
El descontrol mantiene en constante deterioro la institución. Este deterioro institucional se manifiesta en procesos de contratación amañados, discriminación en los procesos de promoción laboral, incumplimiento de deberes de los funcionarios, ilegalidades diversas en la gestión universitarias, violación sistemática de los derechos de los miembros de la comunidad universitaria, planta docente estancada, débil proyección social, desprecio por la investigación científica, evaluación disfuncional del desempeño, descuido de la seguridad, gestión financiera ineficiente, carencia de manuales administrativos, y el mantenimiento de planes de estudio del siglo pasado.
La burocracia de la universidad facilita el descontrol. Esta burocracia se enmarca en una ley orgánica que ha puesto las bases para un gobierno universitario disfuncional, procesos eleccionarios turbios, y unidades de control que incumplen sus deberes.
El descontrol se fundamenta en la ineficacia de la unidad de auditoría interna. Esta que forma parte de los organismos asesores en la universidad y que tiene la obligación de ejercer el control mediante procesos de auditoría, con recurrencia emite informes que producen pocos resultados para favorecer la buena marcha institucional, pues, por un lado, no observan asuntos relevantes que afecta los intereses del pueblo, y, por otro lado, no se realiza un adecuado seguimiento que permita superar las observaciones sobre irregularidades.
El descontrol de la legalidad está a cargo de la fiscalía universitaria. Aunque se destinan importantes recursos para su funcionamiento, no cumple eficazmente su razón de existir. Los dictámenes que emite son complacientes con las prácticas sistemáticas de ilegalidades e incumplimiento de deberes; por un lado, porque no realiza una investigación diligente de los asuntos sobre los que se emiten opiniones jurídicas, y por otro, porque no realiza procedimientos eficaces que garanticen el control legal de las actuaciones de los funcionarios y de los órganos del gobierno universitario.
Un caso particular de descontrol es lo relativo al funcionamiento del sistema del escalafón. Según el artículo 16 literal d del Reglamento General de la Ley Orgánica, se establece que es atribución y deber del Vicerrector Administrativo el velar por el fiel cumplimiento del sistema del escalafón. Pero el vicerrector incumple impunemente este deber, así facilita los amaños en los procesos de ingreso a la carrera administrativa, tolera la discriminación en los procesos de ascensos escalafonarios, y es amigable con las contrataciones irregulares.
El descontrol facilita el incumplimiento de las labores del personal y pone en riesgo las operaciones institucionales. Esta situación ha sido investigada en diversas ocasiones el Tribunal de Ética Gubernamental, que ha puesto en evidencia que las autoridades universitarias no realizan un control eficaz sobre el cumplimiento de las labores a cargo del personal; esto implica el incumplimiento del Reglamento de las Normas de Técnicas de Control Interno Específicas de la Universidad de El Salvador, que se manifiestan en de falta de la supervisión debida, incumplimiento de la obligación de realizar controles automatizados de la asistencia del personal, incumplimiento del deber de aprobar el manual de carga laboral, y la inadecuada documentación de las operaciones institucionales. ¿Quién le pondrá fin al descontrol en la UES?