Por: Rolando Alvarenga
Aunque tengo mis dudas de que alguien en este país se suicide (porque se va o viene un entrenador extranjero), prescription la abrupta renuncia del español Albert Roca, try como técnico de la Selección Mayor de Fútbol, y con él su auxiliar Carles Cuadrat, no es más que otro clavo para el ataúd del fútbol salvadoreño.
En lo que a mí respecta, y con tantos años de ver las reiteradas defecaciones en este “deporte rey de los salvadoreños”, la salida de Roca (sin que primero trascendiera el reporte técnico de lo acontecido en la Copa de Oro) me huele mal. Como todo buen sabueso, creo que aquí hay gato encerrado.
Vayamos por partes. Primero, para la “nueva Federación”, Roca fue una herencia de la anterior Federación escandalizada por el caso de los amaños. Finalmente, y sabiendo que este “medio ambiente” no daba para hacer un trabajo integral y profesional, aceptó y firmó un contrato, del cual ni la anterior ni la actual dirigencia han revelado el monto. Aunque, insistentemente, se maneja que su mensualidad era de entre 20 a 25 mil dólares, además de los extra. (Si no quieren que especulemos, que muestren el contrato y corregimos).
Segundo, cuando estaba en el sondeo sobre sí aceptaba o no venir a El Salvador, Roca denunció, abiertamente, un resto de cosas que, en materia futbolística, estaban mal en este país (empezando por las canchas) y ahora se va, dejando las cosas igual o peor. ¿Por qué aceptó, entonces? ¿Fue porque era un montón de plata y solo era cuestión de venderle humo a los salvadoreños conquistados por los españoles?
Hay demasiada pasividad de la actual Federación que, con tanto billete (que es un insulto para el salario mínimo de los salvadoreños), debió sacarle el jugo y enviarlo a trabajar en el interior del país a buscar talentos.
Pero no, Roca pasó más tiempo de ocioso que laborando y podemos revisar sus controles de asistencia laboral, si es que tuvieron el cuidado de llevarlos, ¡digo, por cuestión de impuestos!
¿Y en los resultados? El saldo de los 20 partidos que dirigió en más de dos años le reporta: 11 derrotas, cinco victorias y cuatro empates. Aquí los partidos que enriquecieron su currículum fueron contra España, Costa de Marfil y Argentina. Y, como lo veo, uno de los capítulo más pobre lo escribió ante San Cristóbal y Nieves, empatando 2-2 como visitante, propiciando un estado de shock a millares de salvadoreños.
¿Y en lo futbolístico? Personalmente, no digiero (y podemos debatirlo) que el seleccionado terminó jugando como jugó en la Copa de Oro por la mano de Roca: más bien fue defensivo y le apostó a que “la mejor defensa es el ataque”.
Todos sabemos que estos chicos, más los legionarios, son todo lo que tenemos y, por su juventud y condiciones naturales, poseen la suficiente adrenalina para inspirarse y hacer cualquier cosa. Pero, lastimosamente, no meten el balón. Lo mismito hubiesen hecho bajo las órdenes del “Zarco” Rodríguez, “el profe” Sánchez o “El Tuco” Alfaro.