Myrna de Escobar,
Escritora
Malena partió un día con la mustia carga de la incertidumbre. Juntó su inocencia en la maleta y con a ella sus dieciocho añitos recién estrenados. Bajo las nubes contempló sus sueños dispersos, la sonrisa traviesa, sus fantasías de doncella enamorada, las fotos del amado, y que decir de los besos del otoño fugaz sobre sus mejillas… con ellos se tejió un prendedor para cuando le hiciera falta un buen recuerdo.
Al Llegar al nuevo destino colgó sus vestidos en el desván de la aventura, guardó sus medias de seda y se calzó en los pies un relicario para recordar lo que dejaba atrás: un par de huérfanos, una mascota y un gallo pinto que le recordaba la hora, las tardes de café, los tamales de elote de su natal, San Salvador; los juegos de muñeca y las tardes de columpios.
En la piel del tiempo se multiplican los años para Malena, la novia fugitiva cuyo anhelo es el bienestar del terruño que la desheredó ayer; al partir su madre e hipotecar sus sueños adolescentes para avanzar en la vida.
Malena duerme en un regazo frío, lejos de la patria utopía cuyos sueños destierra la falacia del desgobierno. Malena es una antorcha enardecida de nostalgia, una aguja en el pajar de los sueños truncados y las promesas incumplidas. Malena es desde ayer viajera sin tiempo y dueña de un corazón y un salario compartido. Desde ayer, ella bebe buen vino mas se resiste al altar.
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