Ramón D. Rivas*
Este 9 de agosto recién pasado, clinic fue una fecha muy importante para los pueblos indígenas del mundo entero, decease no solo porque se celebra el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, sickness sino porque con ello se cerró el segundo decenio en el cual todos los estados miembros de las Naciones Unidas tendríamos que haber impulsado políticas para darle solución a los problemas a que se enfrentan los pueblos indígenas en esferas como los derechos humanos, el medio ambiente, la educación, la salud y en el desarrollo económico y social. Este compromiso asumido hace 20 años, ha sido cumplido responsablemente con la llegada del FMLN a la presidencia de la república. La tarea que hemos realizado en los últimos años no ha sido fácil, sobre todo porque han existido limitantes económicas y obstáculos políticos para darle solución a los múltiples problemas que viven, no solo los pueblos originarios, sino también las miles de personas que son presa de la pobreza y la exclusión social de nuestro país. No obstante, tenemos los motivos para celebrar el Día de los Pueblos Indígenas, y ese motivo es por la reciente ratificación que hicieron los honorables diputados de la Asamblea Legislativa a la reforma del artículo 63 de la Constitución que estipula que “El Salvador reconoce a los pueblos indígenas y adoptará políticas a fin de desarrollar la identidad étnica y cultural, cosmovisión, valores y espiritualidad”. No fue fácil conseguir este logro dentro de la Asamblea Legislativa, pero se alcanzó con la firme convicción de 56 diputados que buscaron saldar una deuda histórica de varias decenas de años que se tenía con los pueblos indígenas. No podemos, en este solemne día, dejar de evocar un hecho trascendental en la historia de nuestro país, un parteaguas que nos marcó como nación, como fue lo que se ha llamado el etnocidio perpetrado por la tiranía del General Maximiliano Hernández Martínez contra las comunidades indígenas de la región de los Izalcos fundamentalmente, en el año de 1932. El Gobierno salvadoreño, a través del ex Presidente Mauricio Funes en la gestión anterior del FMLN, pidió disculpas a los pueblos indígenas salvadoreños masacrados por el Ejército en 1932, que según documentos históricos las cuyas mortales ascendieron a más de 30,000 campesinos e indígenas asesinados brutalmente en fosas comunes de fusilamientos colectivos. La nuestra es una historia triste en lo relativo a los derechos indígenas. Pues fue en 1881, al calor de la Reforma Liberal del Presidente Rafael Zaldívar, cuando se consumó el robo de las tierras comunales de las comunidades indígenas y de los ejidos, que fueron vendidos a precios de saldo a la naciente oligarquía salvadoreña, las tristemente célebres 14 Familias, los Barones del Café. Pese a todo también hay motivos por los cuales podemos celebrar jubilosos este 9 de agosto, y entre ellos está la firme decisión del Presidente Salvador Sánchez Cerén de acortar las diferencias que existen entre el hombre y la mujer de la sociedad moderna frente a los pueblos indígenas a través de la aplicación y respeto de sus derechos como seres humanos. La anterior afirmación no es una simple intensión de voluntad política de un presidente. Más bien, es una realidad política e histórica que la estamos viviendo casi al cierre del Segundo Decenio Internacional de las Poblaciones Indígenas del Mundo que ha tenido como lema «Alianza para la acción y la dignidad». Es de resaltar que esta administración ha tomado acciones para incluir a la cultura como requisito previo y como base para la elaboración de los proyectos de desarrollo, a fin de crear “desarrollo con identidad”, respetando el modo de vida de los pueblos y fomentando un desarrollo humano sostenible. Y es que desde el primer gobierno del FMLN se dio un giro reconociendo a El Salvador como multicultural y pluri-étnico, creando espacios para incluir el tema de pueblos indígenas e invitando al entonces señor Relator Especial para Pueblos Indígenas de la ONU, al Dr. James Anaya, para tener un diagnóstico sobre la situación de los pueblos indígenas, desde la perspectiva de una autoridad de primer orden, para guiar el trabajo del Estado hacia los pueblos indígenas. No debemos desaprovechar esta oportunidad política que ofrece el Señor Presidente. Considero que el trabajo estatal debe ser ampliamente apoyado por las mismas comunidades indígenas ya que sólo de esta forma, se podrán desarrollar los procesos que verdaderamente incidan en la realidad de los pueblos indígenas en El Salvador que urgen de un cambio, pues es evidente, en base a los diferentes informes, que a pesar del loable esfuerzo de las comunidades y organizaciones indígenas, las manifestaciones culturales de éstas se han ido perdiendo. Teniendo el apoyo y la inspiración de nuestro Señor Presidente, debemos ser consecuentes, unirnos en un sólo esfuerzo para proteger nuestra cultura y nuestras raíces. Recordemos que los derechos humanos, como dijo el Padre Ellacuría, se cambian desde abajo y desde adentro, no desde arriba y desde afuera. Retomemos pues, el aliento de nuestros antepasados y juntos elaboramos este petate del futuro. Celebrar el Día Internacional de los Pueblo Indígenas debería ser también un momento de reflexión, en donde indígenas, ladinos, mestizos, blancos, negros y toda la diversidad cultural existente en nuestro país, debemos repensar nuestra existencia y el rol que desempeñamos dentro de la sociedad. Juntos debemos evaluar el papel que realizamos en la conservación de nuestras raíces culturales y en la promoción de nuestras costumbres y lenguas. Además, esta fecha es muy importante para pensar juntos de dónde venimos y quienes somos como sociedad. Todo ello nos serviría para fundamentar nuestra identidad y para analizar las acciones que hemos hecho para dignificar a nuestros pueblos indígenas, para valorar nuestra riqueza cultura y para conocer las raíces de nuestra sociedad. Estoy claro que debemos seguir avanzando y realizar más acciones en cada uno de los ámbitos referidos por las Naciones Unidas para lograr la dignificación de nuestros pueblos indígenas. Es un hecho que cuando actuamos en favor de las personas que han sabido preservar sus costumbres, su cultura y su lengua, es como se reconcilia nuestro presente con el pasado y se toma conciencia de nuestra identidad cultural. Por ello, el Secretario General de las Naciones Unidas estableció para el 2014 el objetivo: “Acortando las diferencias: aplicación de los derechos de los pueblos indígenas”, para que la distribución de los beneficios sociales entre el hombre y la mujer de la sociedad moderna y los indígenas sean lo más equitativamente posible, todo bajo el precepto de igualdad y equidad. En concreto, este año la atención y esfuerzo debemos centrarlos en acortar las diferencias y hacer efectivos los derechos de los pueblo indígenas. Con este lema, se resalta la importancia de la realización de esos derechos mediante la puesta en práctica de políticas y programas que faciliten el desarrollo digno e integral de las personas indígenas de nuestro país. En concreto, estoy convencido de que el desarrollo de los pueblos indígenas que aún posee nuestro país, contribuirá al adelanto socioeconómico, cultural y ambiental de nuestra nación. Por ello, desde la Secretaría de Cultura hemos impulsado con mucha responsabilidad el compromiso de establecer una política cultural que favorezca a las poblaciones indígenas. También hemos incorporado en el Plan Quinquenal del Gobierno un eje estratégico transversal en donde se trabaje por nuestras poblaciones indígenas y se les permita acceder a los servicios más básicos que una persona pueda tener para su desarrollo diario. Además, hemos iniciado un proceso de validación de la política nacional de los pueblos indígenas, que en resumen establece la realización de una gestión pública estatal hacia los pueblos originarios con base a un marco de referencia de los principios de los derechos humanos, la acción social transformadora y desde la cosmovisión de los pueblos indígenas como grupo auto determinado. No cabe duda que tenemos mucho trabajo por delante; y en el ámbito cultural considero que no podemos dejar pasar otros diez años sin realizar acciones que permitan disfrutar lo mejor de la cultura y tradiciones de nuestra gente, de nuestros ancestros, de su conocimiento y sabiduría hacia el patrimonio natural. Porque es de reconocer que las culturas indígenas siempre han mantenido una estrecha relación con el medio ambiente que los rodea, respetándola y hasta llamándola “Madre” como símbolo de ternura y protección. La cultura indígena se basa en valores y respeto hacia el anciano, hacia el líder, hacia “tata Dios”, hacia lo desconocido. Quizá hoy es un buen día para redoblar esfuerzos que permitan favorecer a estos pueblos que pasaron muchos años ignorados. Hoy es el momento para reconocer un patrimonio cuyas raíces están arraigadas en un mundo espiritual y natural cuyas proporciones apenas comenzamos a discernir. Necesitamos saber cuál es nuestra identidad cultural y buscar en ella respuestas a problemas sociales que cada día se vuelven difíciles de resolver. Ellos son nuestros hermanos, todos habitamos esta tierra y por ende, no debe haber diferencias entre todos nosotros. Hoy es el momento para reflexionar que se extingue esa cultura y que debemos recuperarla. No solo con reconocer a los pueblos con derechos y políticas, sino también con revisar sus valores, su cultura y sus tradiciones, y con ello retomar lo mejor para asumirlas como propias, a fin de iniciar un proceso de dignificación de nosotros mismos como salvadoreños.
*Secretario de Cultura de la Presidencia.
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