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El día siguiente: a reunificar a la sociedad salvadoreña

Dr. Víctor M. Valle

Hace 24 años  –el 4 de abril de 1990- el gobierno de Alfredo Cristiani y la Comandancia General del FMLN, cialis con la mediación del Secretario General de Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuéllar, acordaron darle un impulso final a la negociación para resolver políticamente el conflicto armado interno que asoló nuestro país en los años 1980.

En esa ocasión, ambas partes acordaron los siguientes nortes de la negociación:

• Terminar el conflicto armado al más corto plazo posible,

• Impulsar la democratización del país,

• Garantizar el irrestricto respeto a los derechos humanos y

• Reunificar a la sociedad salvadoreña.

Gracias al Acuerdo de Paz, y a las reformas constitucionales derivadas de los acuerdos,  ha habido progresos notables en todos esos cuatro puntos. Veamos.

El conflicto político-militar terminó irreversiblemente veinte meses después, en enero de 1992, en medio de un proceso exitoso, ejemplar en el mundo.

Los avances en la democratización del país son evidentes, principalmente en la calidad de las elecciones que son crecientemente libres y bien manejadas; hay libertad irrestricta de expresión y asociación; pero todavía hacen falta consensos para que los diputados sean representantes directos de distritos electorales, que se establezca el referéndum y el plebiscito, dependiendo de la consulta que se deba hacer al soberano, como expresión máxima de la democracia y de la soberanía popular, que se facilite la existencia de concejos plurales y con representación proporcional y que se democraticen, hacia adentro, los partidos políticos. En materia de derechos humanos, el cambio es notable, sobre todo en derechos políticos y civiles. Ya no hay torturas en “cárceles clandestinas”, no hay desapariciones forzadas ni ejecuciones ilegales de parte de agentes del estado; ya no se destierra a los opositores políticos, como, con desparpajo, lo hicieron los presidentes dictatoriales del pasado; pero aún hay mucho por hacer en cuanto a derechos económicos y sociales y para eso se necesitan grandes acuerdos nacionales  que garanticen  contribuciones tributarias justas e impulsen  amplios programas de inversión social. Quizá en lo que hay mayor déficit es en  reunificar a la sociedad salvadoreña, uno de los propósitos históricos de la negociación que llevó al Acuerdo de Paz  de 1992. Inmediatamente después de la firma del Acuerdo de Paz daba la impresión de que todo era “miel sobre hojuelas”, que la “larga noche había terminado” y que estaba dando comienzo “la primera revolución lograda `por la negociación”. Todo era “amor y paz; pero pronto los monstruos de la discordia fueron re-apareciendo y encontrando expresión en organizaciones políticas de derecha.

La campaña electoral que en pocos días concluirá, ha contenido muchos aspectos negativos: mentiras, descalificaciones, virulencias, vacuidades, caras desfiguradas…Por eso, cuando amanezca el lunes 10 de marzo de 2014, será imperativo que, para abordar los ingentes problemas de El Salvador tales como  subdesarrollo, pobreza, violencia delictiva y anti-social, y desigualdades,  todos los actores políticos asuman una actitud positiva y democrática y se dediquen a trabajar para reunificar la sociedad salvadoreña. Todo indica  que el próximo presidente de El Salvador  será Salvador Sánchez Cerén y a él le corresponderá asumir el desafío histórico de conducir con claridad y energía ese caro anhelo de los acuerdos de paz: reunificar a la sociedad salvadoreña. Los candidatos del FMLN,  Salvador Sánchez Cerén y Oscar Ortiz,  han sido explícitos en abrirse a la búsqueda de acuerdos nacionales  y desear que haya dirigencias dialogantes tanto en la derecha como en la izquierda. Tienen la palabra los dirigentes de las derechas.

Sánchez Cerén, a pesar de las infames descalificaciones a las que lo ha sometido la derecha en la campaña electoral, tiene los atributos políticos y morales para conducir la reunificación del país. Aceptar eso de parte de sus adversarios políticos contribuirá a que se avance en reunificar a la sociedad salvadoreña, que es la prioridad política del momento. En la misma noche del domingo 9 de marzo, los adversarios deben reconocer el triunfo del otro.   Ojalá que así sea.

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