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El dios de doble rostro

Claraboya

EL DIOS DE DOBLE ROSTRO

Álvaro Darío Lara

Estamos en el tiempo de Jano, el maravilloso dios romano, cuya historia es tan aleccionadora para
los seres humanos, empecinados en crear guerras interiores y exteriores que atormentan su
existencia.

Según las fuentes mitológicas Jano está asociado a la simbología de los inicios, las puertas, las
transiciones, los portales y los finales. Su doble rostro nos remite a dos direcciones: el pasado y el
futuro. Esta divinidad ve el ayer y el mañana.

Los antiguos latinos consagraron el primer mes y el primer día del nuevo año a Jano, de ahí su
etimología: Ianuarius, españolizada a Janeiro, Janero, y, finalmente, enero.

El escritor y pintor salvadoreño, Carlos Balaguer, nos recuerda, sus fascinantes poderes: “Cuenta la
historia que, habiendo sido arrojado Saturno del cielo, fue acogido favorablemente por Jano. El
dios Saturno, dios del tiempo y la justicia, agradecido, dotó al rey de tan maravillosa sagacidad,
que ante sus ojos siempre estaba presente lo porvenir como lo pasado. Por esta doble facultad fue
representado con dos caras: una viendo hacia atrás y otra viendo hacia adelante, en alusión al
privilegio del dios.

El moderno Janos de nuestra civilización tiene a la vez dos caras: mira al futuro, pensando en el
ayer y mira el pasado, pensando en el mañana”.

Por ello, el Sabio de Ojai, Krishnamurti, nos afirma, filosofando sobre la verdad y el tiempo: “La
verdad no se encuentra a lo lejos, está cerca, se encuentra bajo cada hoja, en cada sonrisa, en
cada lágrima, en las palabras, en los sentimientos y pensamientos que uno tiene. Pero está tan
cubierta que debemos ponerla al descubierto para verla, o sea, descubrir lo falso. La verdad es una
cosa viviente de instante en instante, no es para que se crea en ella, ni se la cite, ni se la
formule. Nuestra educación se basa en el cultivo de la memoria, fortalecerla. ¿Por qué se ha
vuelto tan importante la memoria? Porque no sabemos vivir de manera íntegra, completa, en el
presente. Usamos el presente como un medio con vistas al futuro, un pasaje hacia el futuro.

Debido a que voy a llegar a ser esto o aquello, jamás hay una comprensión de mí mismo, y eso no
requiere el cultivo de la memoria. Por el contrario, la memoria es un obstáculo para la
comprensión de “lo que es”. La verdad es lo desconocido y una mente que anda en busca de la
verdad jamás la encontrará, porque la mente está compuesta de lo conocido, es producto del
pasado, solo puede moverse de lo conocido a lo conocido, no puede pensar en lo desconocido. No
es posible pensar en Dios o en la Verdad, solo la mente silenciosa verá la verdad”.

Atrapados, enmarañados en el pasado o en el futuro, los efímeros, perdemos la dorada
oportunidad de vivir en el presente de una forma “íntegra” como señala Krishnamurti. Un
presente que debe fluir, como la vida misma.

¡Qué este 2022 ofrezca, nuevamente, la gran oportunidad de vivir un presente maravilloso, que
supere el ayer, y prepare el luminoso futuro!

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